ESTRELLITA PORNO.

 En el corazón de toda mujer que se toma fotos explícitas, palpita una estrella porno ansiando ser descubierta.

Y no hablemos de fotos íntimas que íntimas no son desde el momento en que tu cuerpo queda plasmado en una cámara, ahí ya es del dominio de alguien más y si son guardadas en el celular, la probabilidad de ser de dominio público se incrementa enormemente.

En 1981 me hice unas fotos desnuda, eran épocas en donde se preservaba más la intimidad, al menos eso creía yo. Guardé las fotos bajo llave en mi habitación y en pocos meses mi madre las descubrió y no sólo destruyó las fotos sino los negativos, asegurándose de que no quedara evidencia para la posteridad de mis exuberantes curvas. Creo que ese fue el disgusto más grande que le causé a mi madre, incluso más que mis constantes riñas con los curas y mis negativas a participar en las ceremonias religiosas.

Por eso puedo abrir este escrito con esa conclusión, porque yo quería ser una estrella porno o al menos una estrella nudista, sobre todo porque la gente que se burlaba de mí manera de caminar, no se imaginaban el cuerpo que, irónicamente gracias a mi luxación de cadera, se dejaba ver en plena desnudez. Y es que las apariencias engañan, fueron muy pocos los hombres visionarios que no se dejaron engañar por la apreciación externa. Después de eso me he tomado muchas fotos desnuda, jamás he sentido el deseo de enviarselas a ningún tipo. Me gusta verme a mi misma desnuda plasmada en las fotos. Confieso que fantaseaba con ser descubierta, por accidente, y no tener más remedio que alimentar la morbosidad de los tipos.

Hasta ahora eso no ha pasado. Pero si llegara a suceder, no tendría vergüenza ni de haberlo hecho ni de ser expuesta. Cuando una se toma fotografías desnuda, sabe que corre el riesgo de que alguien más vea esas fotos, si no se quiere correr ese riesgo es mejor no hacerlo. 
El cuerpo es un maravilloso traje que el alma usa para recrear nuestro rol en ésta experiencia humana, no hay nada de malo en él, y yo me he ganado a pulso la propia aprobación de mi cuerpo con y sin ropa.


 

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