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Mostrando entradas de julio, 2022

LAS COSAS QUE MI MADRE NUNCA SUPO

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  A menudo cuando recuerdo a mi madre, pienso en las cosas que ella nunca supo de mí, como cuando vivíamos en Gómez Plata, una población separada de Medellín, por   tres horas en carretera, donde empezó   mi adolescencia y yo departía con dos amigas con quienes me llevaba muy bien. Nos gustaba juntarnos en mi casa que estaba cerca del parque del pueblo, solíamos sentarnos en el andén de la casa y nos dejábamos capturar por la presencia de Josesito, el mensajero del telégrafo y de la telefonista, la única oficina de teléfonos en el pueblo, allí se recibían las llamadas de la familia que vivía en la ciudad cuando una buena o mala noticia lo requería, pues eran tiempos en que una llamada telefónica costaba tanto que la gente sólo lo usaba lo estrictamente necesario.   Quién sea que llamaba tenía que quedarse esperando hasta que Josesito fuera a la casa de la persona a avisarle que tenía llamada, entonces la gente salía corriendo y atravesaba el parque del pueblo para tomar la llamada espe

EL DIOS TODO VOLUNTARIOSO

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  Ésto no le gustará a muchos pero a mí la expresión " que se haga la voluntad de Dios"  no me gusta. Y no es porque sea atea o agnóstica, es porque el Dios mío no es un ser voluntarioso y caprichoso que posterga por días, meses y hasta años la decisión de dejar vivir o no a un moribundo. Por eso esa frase no me consuela, sino que me anticipa el dolor de la pérdida, esa frase es una condena a muerte.  Yo me abstengo de pedirle algo a Dios, pues siendo niña fui forzada a pedirle que pusiera en su lugar mis caderas, él no las puso en su lugar,  sino que respetó un destino y una vida que ha sido digna de vivirse, para lo cual me dotó de movilidad funcional con unas caderas rotas, me dio aceptación para tener una vida satisfactoria con una diversidad tan marcada y me dio comprensión con quienes no toleran ver mi manera de caminar y se burlan de mí. En ese orden de ideas cuando llega ese momento en que la única salida es mirar al cielo y pedir ayuda a Dios, yo  sólo le digo "

EL SEXO, EL AMOR Y OTRAS MENTIRAS.

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  A los veintiocho años empezó mi adolescencia tardía. Durante la edad en que cronológicamente se daba mi adolescencia no tuve el valor de vivirla, estaba ataviada de miedos, complejos y consecuencias del manoteo que sufría en la calle y en la escuela y que cargué por muchos años como si fueran verdades incuestionables.  En mi adolescencia nunca visité una discoteca. esos lugares me aterrorizaban, eran el sitio propicio para derrochar sensualidad y exhibir un cuerpo espectacular que yo no tenía.  Bailar con las caderas dislocadas, parecía tan descabellado que con sólo pensarlo podía escuchar el eco de las burlas de la gente, por eso me mantuve a salvo de esos espacios, lo que fortaleció otro tipo de gustos. Llené mi vida con la lectura, la escritura, la música clásica y el disfrute de la naturaleza, con lo cual fui considerada una chica aburrida y con poco que aportarle a una relación.  Estuve parada en el precipicio de las drogas todo el tiempo, era como si fuera una suerte de prueba