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APRENDIZAJES DE DOBLE VÍA

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  1- En la primera etapa de mi vida aprendí a mentir muy bien, al menos eso piensa todo mentiroso. Era mi mejor escudo protector contra el bullying que padecí durante mucho tiempo. Inventar realidades paralelas más bonitas que la que vivía, me permitía a veces ganarme el respeto de los bullers, aunque duraba poco porque en cuanto se enteraban que había mentido, la situación empeoraba.  Salir de ese círculo y aceptar mi realidad me costó mucho tiempo, esfuerzo y sobre todo conocimiento de la naturaleza humana. Pero poder mostrarme  al mundo como soy y no esperar ser aprobada y amada por todos ha sido una victoria que me costó sudor y lágrimas, y ha sido posiblemente la batalla más importante que he librado. En el proceso perdi muchos "amigos" o que dijeron serlo, porque no pudieron ver la luz que había  al dorso de ese lado oscuro que ostentaba cada que mentía, no solo me juzgaron, sino que me condenaron negándome toda oportunidad de cambio. Ni siquiera me regalaron el benefic

MI CUMPLEAÑOS 60+1

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  Felicitaciones a esa niña desafiante por el valor que tuvo para transportar mi alma durante esos duros años. Gracias por esa inocencia que no le permitió percatarse que la vida puede ser muy difícil. Gracias a las mujeres que le fueron recibiendo mi alma y su misión en cada etapa de mi vida. Miro hacia atrás y me parece mentira haber podido levantarme de tantos tropiezos y seguir avanzando. A mis sesenta años + 1, puedo decir que soy una mujer exitosa, mis éxitos no son de exhibir, no por agüero o por temor a interferencias de los envidiosos (que dudo que alguien me envidie, porque no hay mucho que envidiar) sino porque mis éxitos gozan de una insignificancia social tan grande, que tendría que cavar demasiado hondo en la mentalidad de la gente para que consiguieran apreciarlos. Lo mejor de hacerme mayor es que muchas cosas dejaron de importame y aunque ese ego sigue demandando, ya no arma las mismas pataletas de antes cuando no consigue su objetivo. 

MI FLAMANTE CITA DE SAN VALENTÍN

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  El día de san valentín hice una cita con un hombre muy importante para mí, reconozco que la cita me quitó el sueño la noche anterior y hasta me vestí con mi color favorito, para sentirme más segura de mí misma . Sería una cita como las que habíamos tenido antes: seguramente almorzaríamos juntos, después de la acostumbrada faena y una buena conversación. Finalmente cada uno regresaría a su vida cotidiana como si nada hubiera pasado. Ahí estaba yo en el cómodo sillón de siempre que en algún momento siempre termina convertido en una cama, el tipo sobre mí, el lápiz labial ya había desaparecido por completo, todo estaba marchando de acuerdo a la normalidad hasta que empecé a incomodarme, la silla ya no me resultaba tan cómoda, su cercanía tan extrema me parecía que invadía mi espacio personal, me faltaba el aire, no podía deglutir mi propia saliva, algo andaba mal y  definitivamente no lo estaba disfrutando. Me abrí paso entre sus brazos y me incorporé visiblemente incómoda, me sentía

EL AMOR DE MI VIDA

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  Todos hemos tenido esa imagen del amor ideal, que usualmente responde a un estereotipo físico y a unas características de personalidad a las que le atribuimos el don de "hacernos felices" como si fuera posible que alguien aparte de nosotros mismos consiguiera semejante hazaña. Y muchos, y aquí me incluyo, hemos encontrado ese amor "perfecto" en pequeños laberintos de nuestra existencia por donde ese personaje asoma y se esconde como si ese Dios al que responsabilizamos de nuestras dichas y desdichas jugara caprichosamente con nosotros moviendo los hijos de nuestro destino. He conocido casos en los que ese Dios caprichoso que nos hemos inventado se ha cansado de mover los hilos del  destino de alguna pareja y tardíamente suelta el control, es cuando de repente esos dos enamorados finalmente se reúnen y consuman su amor, aunque suele suceder cuando ya hay precariedad hormonal en la mujer y escasez de testosterona en el sujeto. Siempre me he preguntado para qué quie

MINICUENTOS

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  EL SILENCIO En la casa de la abuela reinaba el silencio. Un silencio respetuoso porque nadie le contestaba mal a ella ni al tío. Un silencio piadoso para agradar a Dios. Un silencio de etiqueta, porque el ruido es de mal gusto. Y estaba ese otro silencio, ese que l a prima nunca pudo romper, pero que su cuerpo un día gritó adoptando un cáncer: los pasos imperceptibles de su tío abriéndose paso en sus entrañas sembraron pesadillas donde pudieron crecer sueños. LOS DOMINGOS Los domingos mis amigas salían al parque con el vestido nuevo de terlenka y los zapatos de charol, mientras yo en secreto visitaba a mi apá en la cárcel de la "Ladera" en el barrio Enciso. Allí conocí hombres muy peligrosos, que después de una conversación parecían inofensivos, quizá él juez exageraba, pensé. Jugaba con los maromeros de madera que ellos construían y que me mantenían igual de entretenida que las redes sociales de ahora. Una vez fui artista de una obra de teatro que los presos prese

LOS INFLUENCERS

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  Le agarré pereza a las redes sociales, en especial a Facebook, donde la gente consume imágenes e ignora los textos, la frivolidad flota en el ambiente de manera descarada y la interacción personal, que fue el motor que encendió ese barco por allá en el año 2009 le ha cedido paso a un escenario de intolerancia, insultos, escarnio público y una prepotencia intelectual, política y religiosa, que no da tregua. Instagram ha dejado de ser una plataforma de imágenes para ser una triste copia de tik tok. Me gustaba más la vida cuando ciertos conocimientos eran del dominio de personas que habían estudiado para obtenerlo, ahora mucho conocimiento es recitado en redes sociales por personas que lo adquirieron " por ahí" y que lo trasmiten con un poder de convicción cargado de egocentrismo. Viendo esas cuentas recuerdo a los culebreros de mi pueblo. Personajes muchos de ellos  analfabetas que hacían un sancocho de ideas y conocimientos sacados del calendario bristol o por  tradición or

CONFIDENCIALIDAD

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Mi segundo y ultimo propósito del año pasado fue guardarme absoluta confidencialidad a mi misma, es decir guardar muy bien mis propios secretos y cuidar lo que le cuento a los demás. ¿Qué me llevó a semejante decisión? A mí que cuando me pasaba algo medianamente excitante, bonito, diferente, terrible, triste o dramático tenía que salir a contárselo al séquito de buenos amigos que por suerte no me han faltado. De repente me di cuenta que las respuestas a mis confesiones resultaban faltas de empatía o simplemente eran ignoradas, algo a lo que nos ha conducido el abuso de la tecnología. Respuestas como: "Que mala suerte" "¿Porqué siempre te pasan éste tipo de cosas?" "Te va a tocar hacerte un baño de ruda" "Pero que racha la tuya" empezaron a darme física pereza contarle mis asuntos a las personas y me motivaron para guardarme confidencialidad. Pero lo más interesante es que he ganado más responsabilidad emocional, he capitalizado mi energía vital