ADIOS MI DULCE VERDUGO
Ya hace un año desde que tuve que dejar el último empleo que tuve, del que hablaba en un artículo anterior, luego de soportar estoicamente una persecución laboral por actividad sindicalista, por organizar un paro de actividades y por denunciar que nuestra salud estaba en riesgo por las condiciones laborales que teníamos. Demasiado tarde supimos que una mujer que trabajaba con nosotros y que era la que más leña le ponía al fuego señalando las irregularidades y las injusticias que tenía la empresa para con los empleados, era la misma que actuaba como doble espía, llevando información a los altos mandos de la empresa sobre las acciones que habíamos emprendido al buscar un nuevo sindicato para que se hiciera cargo de los empleados. El día de las elecciones, la empresa se jugó algunas fichas "legales" para evitar que las elecciones se realizaran con lo que se le dio al menos por un año más el contrato al sindicato existente que todos sabíamos que era un sindicato patronal. Por