PARTICIPANTES.

Lo más atroz de las cosas malas de la gente mala es el silencio de la gente buena. (Ghandi)


En el último empleo que tuve un nuevo sindicato luchaba por entrar y hacer valer los derechos de los empleados que estaban siendo vulnerados, que eran muchos por cierto, el más importante de esos derechos tenía que ver con el salario, se nos pagaba tres dólares la hora menos de lo que la ley estipulaba para el tipo de trabajo que realizabamos. La lista que le seguía de derechos vulnerados era interminable, y las arbitrariedades que cometían los directivos con los empleados eran de gran calibre. Personalmente me tomé más de un año enviando cartas a las autoridades competentes en busca de ayuda, para terminar comprendiendo que las autoridades del condado no estaban muy interesadas en apoyarnos, lo cual reducía nuestras posibilidades y hacía que nuestra única solución a la vista fuera la representación de un nuevo sindicato.

En este proceso aprendí mucho sobre nuestra compulsiva costumbre de quejarnos lo cual nos garantiza que seremos víctimas eternas. Pero sólo lo somos en la medida en que nos mantengamos pasivos ante la ventaja que otros tratan de sacar de nosotros. En una situación donde la desigualdad en cualquier ámbito es tan visible, podemos ver con más facilidad que sólo somos participantes. Cada quien está velando por su supervivencia y lamentablemente en el sector empresarial no sucede nada muy distinto de lo que sucede en la selva, siempre habrá un depredador cargado de un falso poder tratando de atrapar su presa para sacarle el mayor provecho y con ello asegurarse no sólo su supervivencia sino la de los suyos.

Durante las horas laborales y detrás de bambalinas las personas que trabajaban conmigo se quejaban todo el tiempo de lo que estabamos viviendo, incluso la salud de algunas personas se había visto comprometida con la serie de irregularidades que estábamos viviendo, no obstante cuando llegaba el momento de firmar una carta para apoyar un pedido de revisión a las autoridades competentes todo el mundo brillaba por su ausencia, cuando de organizarnos en un sindicato para solicitar que nuestros derechos fueran respetados todo el mundo se escabullía, la gran mayoría tenían miedo, y existía una minoría (pero que ya eran muchos para seguir siendo minoría) que abiertamente expresaban que estaban esperando que fueran otros quienes hicieran el trabajo del cual ellos posteriormente se beneficiarian sin tener que correr el riesgo de ser despedidos por tratar de organizarse en un sindicato.

Y aunque el panorama sindical en este país sea poco esperanzador y de hecho seamos presionados por las compañías con amenazas de despido y otras represalias si militamos en sindicatos, pensé que quedarme eternamente quejándome por algo con lo que no estaba de acuerdo sólo minaba mi salud mental emocional y por lo tanto física.

Ese fue un viaje en donde el camino mismo se convertía en meta, uno saboreaba pequeños logros y se acercaba con precisión a las profundidades de la gente, uno sondeaba el alma marchita de quienes pensaban que estar en el mismo sitio por largos años es estabilidad y comprendía que jugábamos en diferentes equipos aunque pensábamos que jugábamos en el mismo. Un empleado bien domesticado en realidad juega en el equipo de los depredadores, está en la banca todo el tiempo apoyando a su equipo, aunque sabe que nunca lo mandaran a la cancha a jugar y a usar todo su talento.

El aspecto más revelador que me dejó toda esta experiencia, tuvo que ver con el rol laboral de la mujer, y esas almas salvajes que se dejaron domesticar mientras exhibían una ficticia fortaleza, es como si en esa frenética búsqueda de la liberación femenina, las mujeres hubiéramos quedado condenadas a demostrar que somos muy fuertes y que nada nos afecta, y en ese proceso nos hacemos muy buenas mentirosas, esa siempre fue la sensación que me quedaba cuando tras una jornada laboral una mujer desfallecía fuera del trabajo y caía enferma, no obstante durante la jornada lucía no sólo muy bien, sino perfectamente maquillada y con su característica elegancia en su caminar…

Comentarios

Entradas populares de este blog

CÁNCER: EL DIABLO DE LA GENTE GRANDE

HADA DE LAS ALAS ROTAS.

LA VERSION 1.2 DE LUZ DARY