LA FELIZ MEDIOCRIDAD
Estuve en malos matrimonios convencida que eran perfectos, padecía de la ceguera que nos otorga el amor romántico, esa trampa hormonal que tiene agenda propia y cuyo objetivo es solo la propagación de la especie. Pero el tiempo es nuestro mejor aliado, no solo sana sino que nos abre los ojos y nos muestra sin piedad alguna el garrafal error que cometimos.
Así es como veo la elección presidencial 2024 de Estados Unidos, que ni siquiera duele, sino que entristece, básicamente porque los resultados son la prueba fehaciente de la ignorancia colectiva en que estamos sumergidos, la tecnología ha cambiado nuestra especie y los ha vuelto vanidosos, prepotentes, consumidores despiadados, inconscientes y por ende mediocres. Incapaces de pensar al margen de la masa, mendigando aprobación y afecto, nunca antes ha sido tan expuesta la pobreza espiritual viviente como en éste momento. En un océano de seres con potencial para iluminar el mundo flota el estiércol camuflado de oro.
Estoy consciente que todo esto forma parte del proceso, de ese largo proceso de verdadero cambio que posiblemente muchos no alcanzaremos a ver, así como la herida pasa por tantas fases antes de cicatrizar por completo hasta quedar nada de ella, esta herida con la que ha sido agredida nuestra democracia, tendrá que lidiar con muchas adversidades antes de que la ignorancia le ceda paso a la claridad y al discernimiento.
Yo que acabo de pasar por un cáncer, puedo ver con claridad que Estados Unidos está atravesando por un proceso de cáncer que si bien ya sabemos que ha sido diagnosticado, muchos de sus ciudadanos están en negación y se rehusan a tomar medidas para acabar con él. Con el tiempo la quimioterapia y la radiación serán inevitables y todos sabemos que esos tratamientos arrasan con todo a su paso, la esperanza es la supervivencia y que no haga metástasis en otras áreas de nuestro sistema. Mientras tanto finjamos que nada pasa y disfrutemos de lo que siempre se nos ha garantizado, la feliz mediocridad.
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