LA FELIZ MEDIOCRIDAD
Estuve en malos matrimonios convencida que eran perfectos, padecía de la ceguera que nos otorga el amor romántico, esa trampa hormonal que tiene agenda propia y cuyo objetivo es solo la propagación de la especie. Pero el tiempo es nuestro mejor aliado, no solo sana sino que nos abre los ojos y nos muestra sin piedad alguna el garrafal error que cometimos. Así es como veo la elección presidencial 2024 de Estados Unidos, que ni siquiera duele, sino que entristece, básicamente porque los resultados son la prueba fehaciente de la ignorancia colectiva en que estamos sumergidos, la tecnología ha cambiado nuestra especie y los ha vuelto vanidosos, prepotentes, consumidores despiadados, inconscientes y por ende mediocres. Incapaces de pensar al margen de la masa, mendigando aprobación y afecto, nunca antes ha sido tan expuesta la pobreza espiritual viviente como en éste momento. En un océano de seres con potencial para iluminar el mundo flota el estiércol camuflado de oro. Estoy consciente q