TODOS TENEMOS UN JUDAS CERCA

 El rol de Judas que tradicionalmente ha sido visto como el traidor de Jesús, tiene otra lectura desde el ámbito espiritual, Judas ya sabía cuál era la misión y por lo tanto el destino de Jesús, porque le había sido revelado antes de conocerlo. Por eso sabía que tenía un rol fundamental en la vida de Jesús, que era el del "traidor" como contribución al arresto de Jesús y todo lo que vendría después. Su acto de amor, de ese amor que nuestros cinco sentidos no nos permiten aceptar, le permitió ser un vehículo evolutivo y quedar marcado en la historia de la humanidad como traidor. 


Yo también tuve un Judas así, un Judas que visto con los ojos de una mente limitada, me quitó todo lo que tenía, sobre todo lo más preciado para mí: mi familia, al menos eso pensaba yo. Fueron épocas muy difíciles, una larga y oscura noche que mi alma tuvo que atravesar, ha sido la única vez en toda mi vida que pensé en la muerte como única forma de liberación, pero yo no tenía ni las fuerzas, ni el valor para suicidarme, y eso oscureció más mi tránsito por aquel episodio de mi vida, porque aunque tenía la solución no era capaz de llevarla a cabo. 


Entonces hice lo mejor que siempre he sabido hacer, seguir viviendo, aunque en aquella época era más bien sobreviviendo, conseguí un trabajo que no me gustaba hacer pero que dadas mis circunstancias era el único que me podía proveer mi supervivencia material. Poco a poco empecé a reconstruir mi vida material mientras mi vida emocional parecía seguir ese mismo camino de reconstrucción más por inercia que por determinación. 


En la noche más, más oscura de aquella época me rendí, y tomé la decisión de aprender a amar a ese Judas al que responsabilizaba de mis desgracias, comprendí que perdonar no era el camino porque el perdón tiene un componente de ego muy grande ya que implica que estoy por encima de mi adversario, tanto, que puedo perdonarlo. Y yo no quería eso, yo aspiraba a un nivel de comprensión superior, y ese nivel solo lo conseguiría mediante la transmutación de mis sentimientos, lo cual solo era posible si aprendía a amar a mi Judas. Y ese fue mi norte desde ese día. 


Muchas cosas bonitas empezaron a llegar entonces, algunas de ellas tan impresionantes que entraban en categoría milagros, y fue cuando comprendí que cada nuevo logro lo estaba obteniendo gracias a que ese Judas me había dejado con las manos vacías, gracias a que él me había dado el empujón por ese precipicio del que yo creí que no era posible salvarme. Pero lo más importante dejé de concentrarme en él, dejé de culparlo y de encontrar explicación a su comportamiento, esa parte no era de mi incumbencia.


Muchas personas necesitamos tener las manos vacías para empezar a recibir, o necesitamos ser arrojados al vacío para verificar nuestro poder de resiliencia, y alguien tiene que hacer ese trabajo, de preferencia alguien cercano.


Con el tiempo estaba no solo reconciliada y en armonía con mi Judas sino que lo he llegado a amar como nunca imaginé hacerlo, cada vez que me lo encuentro, en mi mente, le agradezco desde el fondo de mi alma su perfecto papel de Judas en mi vida, porque aunque él nunca lo ha sabido, los más grandes logros que he tenido en mi vida los he conseguido gracias a su excelente desempeño como vehículo evolutivo.


Agradezco ese escenario que no me permitió alejarme o descartar a mi Judas, era una persona que si o si tenía que seguir cerca de mí, esa fue una oportunidad para verificar que cada vez que nos alejamos de una persona porque la creemos "tóxica" o que supuestamente "nos lastima" en realidad no nos estamos alejando de la persona sino de la oportunidad de tomar el aprendizaje que esa persona nos trae. Alejarnos o desechar a esa persona es indudablemente el camino más fácil, pero no el más productivo.




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