LOS HIJOS
A mi hija para que la comprensión nos abrace y recuerde siempre que lo bueno y lo malo, siempre ha sido un pacto de almas, que nada nos debemos. Los hijos brotan de nuestras entrañas como hojas de nuestro enorme árbol genealógico, como frutos de nuestros ancestros, con una información genética de la que desconocemos bastante, no obstante creemos saber todo de ellos por ser “nuestros”, nos concebimos soberanos de sus pequeños mundos, y de alguna manera lo somos, al menos mientras les ayudamos a abrirse paso por el mundo. Durante su niñez los vemos como miniaturas nuestras, como esa segunda oportunidad que nos dio la vida para resarcir nuestros errores y construirnos a nosotros mismos en ellos, nos cuesta reconocer y respetar su individualidad, tenemos el aval social que dicta que nos deben obediencia, y “por su bien” manipulamos (al menos tratamos) su existencia para que se conviertan en una mejor versión de nosotros mismos, a veces hasta elegimos la profesión que deb...