EL INMORTAL
El día que mi madre le regaló a mi primo Antonio el “agnus Dei” pensamos que le había entregado la clave de la inmortalidad. A muy pocas personas mi madre les daba un regalo de tal magnitud. El “Agnus Dei” era una medalla muy bonita que se cargaba de manera secreta en la billetera o en su defecto amarrado con un gancho por dentro de la ropa como un símbolo de protección, y las cosas que tenían que ver con las creencias religiosas de mi madre, no se ponían en duda, eran para mí una de esas verdades absolutas que ella se había ganado el día que se había titulado de madre, porque la maternidad parece adornar con ciertos dones y atributos a las mujeres. No había pasado mucho tiempo desde que mi primo recibió aquel regalo, cuando él vino de visita a la casa y nos contó una historia que hizo que la inmortalidad de él ya no fuera una creencia sino una certeza. Mi primo, cuyo negocio principal era ser surtidor de las bebidas de Postobon en los departamentos de Cauca y Nariño hab...