¿PORQUÉ ME DIO CÁNCER?

 Si para tener cáncer uno tuviera que llenar un formulario previamente, estoy segura que yo no habría sido elegible. He tenido un estilo de vida extremadamente saludable, al punto que entré en categoría de amiga aburrida en mi círculo social, y pocos se aventuran a visitarme, porque no quieren correr el riesgo de beber té en vez de vino, de comer harina integrales, verduras, proteina animal y mucha agua porque en casa no se compran bebidas de ninguna índole. Me voy a la cama temprano y me pongo en pie también muy temprano, hago meditación, yoga y ejercicio en la medida que mi condición congénita me lo permita. Tengo una dieta mental saludable,  sufro muy poco de estrés, aunque las razones para padecerlo existen, soy más proactiva que reactiva, tengo una mente observada, lo que me permite dormir bien y responder con  asertividad al conflicto.

Entonces ¿qué hice para contraer cáncer? Alguien en el hospital dijo que solo bastaba ser mujer para contraer el tipo de cáncer que me dio.

Pero sabemos que hay motivos ocultos, guardados en ese sótano llamado inconsciente, donde se desatan batallas a nuestras espaldas qué no conseguimos vislumbrar con claridad.
Mi búsqueda arrojó un resultado claro y preciso: no estoy bien emparentada con la supervivencia ni con los hombres. Fui afectada en mi seno derecho, lado del cuerpo dominado por el hemisferio izquierdo del cerebro, que rige la energía masculina, que es la que prepara al organismo para la acción en el  mundo exterior. Este lado del cuerpo está relacionado con el padre, la buena suerte, el aspecto social, vecinos, amigos, pareja y el trabajo.

Tengo buenas relaciones interpersonales, gozo de comprensión con los "otros" cuando no se comportan decorosamente conmigo, tengo buenos vecinos, la relación con mi padre terminó en buenos términos y mi buena suerte aunque  es relativa ha tenido buenas jugadas a mi favor, solo quedan dos aspectos con los que no me he relacionado tan bien como quisiera: los hombres y mi trabajo, es decir mi fuente de recursos para la supervivencia.

La supervivencia ha sido mi marca de nacimiento, llegué al mundo en condiciones poco favorecedoras tanto física como financieramente, durante mi niñez, mi madre y yo libramos muchas batallas contra la escasez. Todavía cargo heridas al respecto y cicatrices que me recuerdan que mi destino está marcado por éste aspecto. Me acostumbré a vivir con el mínimo, al punto que agradecía tener ese mínimo.

Durante toda mi infancia escuché la gastada versión del "buen partido"  aquel hombre que cuidara de la mujer, y la hiciera respetar, como si las mujeres no consiguieranos hacernos respetar por nosotras mismas. Pero en aquel entonces no  conocí mujer alguna que tuviera como esposo o compañero "un buen partido".

No obstante invertí un buen tiempo de mi vida en esa búsqueda. Después de muchos tropiezos al respecto aprendí que podía cuidar de mí misma, hacerme respetar, aún viviendo sola; y lo más importante, que con mi propio trabajo podía vivir sin tener que soportar un mal compañero sentimental.

me han dolido mucho esos años que viví presa de esas falsas creencias respecto a las relaciones sentimentales, que ni siquiera eran mías, sino de mi entorno.
Me he sentido engañada toda la vida respecto al rol masculino, y ese derrumbamiento de la imagen  masculina me rompió por dentro, sobre todo porque encausé mal mi tiempo y energía buscando estabilidad financiera en el lugar equivocado. A partir de ese choque con la realidad tuve que dejar de lado todas las actividades que realmente me gustan para dedicarme a las que me producen dinero para sobrevivir por mí misma.

Hay dos heridas inmensas dentro de mí asociadas con éstos temas, que se alimentan la una a la otra, porque por más que nos decimos "liberadas" esa esperanza de ser ayudadas económicamente por un hombre sigue latiendo en el corazón de muchas mujeres. Ni siquiera el derrrumbamiento paulatino que está teniendo el liderazgo masculino en éstos tiempos, parece ser suficiente.

Llevo años reconstruyendo la imagen masculina en mi pequeño mundo interior, sin éxito alguno. Lo que me lleva a temer que el cáncer regrese a mostrarme con más dolor lo que se le escapa a mis ojos hasta éste momento.
CONTINUARÁ...





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