QUINCE AÑOS SIN ELLA

 A veces me sorprendo con conductas tan parecidas a las de mi madre, como cuando me dedico a tejer a crochet una prenda mientras veo/escucho una serie de Netflix, mi madre hacía lo mismo solo que viendo alguna novela de RCN o Caracol. 


En esencia fuimos muy distintas, ella conservó la mayoría del sistema de creencias con el que la educaron mientras yo empecé a temprana edad a cuestionar todas las creencias que me inculcaron mientras crecía. La primera que cuestioné energicamente fue aquella de que una mujer necesitaba la presencia de un hombre en casa para ser respetada por la sociedad. Cómo podía una mujer ser respetada si ni siquiera el hombre que tenía en casa era capaz de hacerlo? Preguntaba yo en medio de mi rebeldía. Quizá por eso no he conseguido honrar el amor romántico y la monogamia.


A mi edad mi madre, al igual que yo, ya había enfrentado varias batallas con la muerte, y había sobrevivido incluso en circunstancias tan adversas que yo perdía toda esperanza, pero ella no, ella parecía una fiera aferrada a la vida con uñas y dientes, nunca sacaba tanta fuerza como cuando la muerte se le aparecía y la amenazaba con separarla de mí. El temor más grande de mi madre era dejarme sola, desvalida ¿Quién me cuidaría cuando mis caderas colapsaran? Se sentía culpable por mi condición a pesar de que yo le demostraba de todas las formas posibles que si había tomado algo de su ADN eso era ese valor y esa fortaleza de la que ella gozaba. Pero ese temor la acompañó durante toda su vida. 


No obstante ella hizo todos los preparativos materiales para su muerte, compró su fosa en un cementerio que quedara en el centro de la ciudad porque ella no quería sentirse sola en la eternidad. También pagó los servicios funerarios y el paquete de horas de velacion, quería ser inhumada porque le temía al fuego del purgatorio y del infierno y eso de cremarlo a uno debía ser de mal agüero o la manera mas directa de mandarlo a uno a esos destinos indeseados. 


Yo en cambio me preparo para enfrentar la muerte, muy a mi manera, decepcionandome de la vida actual y mirando el futuro como un lugar inhospito y nada prometedor, aunque en el fondo sé que el cambio que enpezamos a ver en el mundo a cierta edad, forma parte de un sistema pedagógico muy organizado donde ya no hay lugar para los viejos. Así de perfecto es todo aquí. Me rehuso a comprar el paquete funerario porque me da pesar gastarme un dineral en la muerte cuando lo puedo disfrutar en vida. 


Ella fue católica practicante toda la vida y le tocó en suerte una hija que aprendió a "pecar" a temprana edad y que era expulsada de las iglesias en plena misa por cosas insignificantes que no toleran los curas y que se daba de comulgar a si misma en frente del sacerdote cuando este le negaba la comunión. 


Pero nada de eso le arrebató a mi madre el amor tan grande que sintió por mí, ella le apostó a mi existencia con la misma convicción que le apostó a la inocencia de mi padre cuando se fue preso pese a que todas las pruebas lo condenaron. Así era ella, firme en sus convicciones pero humilde cuando la vida le restregaba sus equivocaciones en la cara y le tocaba rectificar esas decisiones. 


Yo no pude tener una mejor madre, vivir estos 15 años sin ella es el acto de valentía más grande que puedo ostentar y donde quiera que ella esté, sé que debe estar muy orgullosa de la flor en la que se convirtió esa semilla que tanto cuidó. 



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