LAS COSAS QUE MI MADRE NUNCA SUPO
A menudo cuando recuerdo a mi madre, pienso en las cosas que ella nunca supo de mí, como cuando vivíamos en Gómez Plata, una población separada de Medellín, por tres horas en carretera, donde empezó mi adolescencia y yo departía con dos amigas con quienes me llevaba muy bien. Nos gustaba juntarnos en mi casa que estaba cerca del parque del pueblo, solíamos sentarnos en el andén de la casa y nos dejábamos capturar por la presencia de Josesito, el mensajero del telégrafo y de la telefonista, la única oficina de teléfonos en el pueblo, allí se recibían las llamadas de la familia que vivía en la ciudad cuando una buena o mala noticia lo requería, pues eran tiempos en que una llamada telefónica costaba tanto que la gente sólo lo usaba lo estrictamente necesario. Quién sea que llamaba tenía que quedarse esperando hasta que Josesito fuera a la casa de la persona a avisarle que tenía llamada, entonces la gente salía corriendo y atravesaba el parque del pueblo para to...