SER NECESITADOS
Hay una sensación
de libertad muy grande en no ser necesitado, la hay cuando el ego lo permite,
porque al ego le interesa mucho que lo necesiten para su supervivencia, él
traduce esa necesidad como amor, como importancia, como que se es
insustituible, una vez nos damos cuenta que no somos amados por ser necesitados,
que no somos tan importantes como quisiéramos y que todos somos reemplazables,
se produce un hueco profundo en nuestro ser, es nuestro encuentro con la
mortalidad, con la realidad de que este cuerpo es sólo un holograma más de los
tantos que recreamos a lo largo de la eternidad para poder aprender todas las
lecciones que necesitamos antes de hacernos “grandes” entiéndase grandes como
evolutivamente superiores.
Es la
primera vez en toda mi vida que me encuentro con esta realidad, nadie me
necesita, al menos en apariencia, también es la primera vez que deseo que así
sea, que me siento a gusto no siendo necesitada, es verdad que al principio
asusta mucho, me sentía a la deriva sin puerto donde anclar, sin saber donde
hacer lo que mejor he sabido hacer toda la vida: SER NECESITADA. A menudo cuando
voy conduciendo de regreso a casa y me encuentro con que nadie me espera, con
que no “tengo” que hacer la cena para nadie, ni asumir alguna responsabilidad
que le corresponde a alguien más que no puede hacer porque me necesita, experimento
una sensación de libertad que me es completamente nueva, entonces busco en el rincón
de mi misma, ese malestar que alguna vez se aventuró por mi mente sólo
acariciando la idea de no ser necesitada y me doy cuenta que ese malestar, le
ha cedido paso a la comprensión de esta dinámica tan maravillosa que es
reconocer y aceptar que nadie nos necesita más que nosotros mismos a nosotros
mismos.
Ser
necesitada fue por mucho tiempo ese “problema” que yo sabía que estaba ahí y
del cual me tenía que hacer cargo. Todos tenemos un problema guardado en el sótano de nuestra existencia,
al cual le damos la espalda, lo ignoramos o fingimos que no existe, porque no
sabemos cómo solucionar, sólo que está guardado para los demás, pero para
nosotros mismos actúa como esa piedra en el zapato que no sacamos porque en el
mejor de los casos nos avergüenza que los demás se den cuenta que nuestros pies
en realidad sangran a consecuencia de esa piedra sin importar que tan bien
caminemos. En el peor de los casos le damos la espalda a ese “problema” porque
nos da temor lo que pasará si lo sacamos a la luz de nuestra consciencia. La gran lección para mí ha sido que no
importa que tanto tiempo tengas un problema no resuelto guardado, el universo
es infinitamente generoso al respecto, nos dará el tiempo necesario para tomar
valor, no obstante si con el paso del tiempo el valor no aparece, nuestro
destino se despliega y el universo actúa para obligarnos a resolverlo, muchas
muertes repentinas de familiares, accidentes, cambios de trabajo, pérdidas
materiales, tienen como única función que nos apersonemos de algún “problema”
que hemos guardado por mucho tiempo, con lo cual nos sobreviene un profundo agradecimiento
por la experiencia por dura que sea, porque el fin siempre estará actuando a
nuestro favor.
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