PUNTOS CIEGOS

 Entro a instagram y una estampida de coachs me asalta en mi propia casa desde ésta pequeña pantalla. Uno habla de crear abundancia,  Decido escuchar su podcast, sus métodos me son conocidos, son los mismos que vengo escuchando desde los años ochenta cuando se pusieron de moda los motivadores que prometían cambiarnos la vida con sesenta minutos de una entusiasta charla donde uno quedaba convencido que podía, luego se las vería duras para pagar la tarjeta de crédito con que había pagado el curso. Sigo escuchando el podcast del nuevo siglo esperando encontrar algo nuevo, sin éxito alguno, entonces recuerdo a fulanita de tal que usaba una elegante y fina billetera roja ( había gastado sus ahorros para comprarla) porque el fengshui, toda una novedad del momento, prometía que eso unido a una serie de rituales en el porte de la billetera cambiaría para siempre el rumbo de su fallida economía. En aquella época que era menos responsable que ahora, acaté algunos de sus consejos financieros del fengShui, como usar todo el dinero que tenía disponible en darme un gusto para desbloquear la energía del dinero y abrir un canal enorme por donde ese mismo  dinero invertido en mí sin temor alguno, regresaba a mí multiplicado. Más de una vez me quedé esperando el retorno de dineros que gasté irresponsablemente en pendejadas que sólo vanagloriaban mi ego y que se convertían en basura en poco tiempo. Fulanita de tal decía que lo había hecho con miedo y por eso no funcionaba, aunque a ella que lo hacía sin miedo tampoco le funcionaba.

Sigo escuchando el podcast del coach del dosmil veintidós y me doy por vencida porque comprendo que ha repetido todo lo que yo he escuchado o leído durante casi cuarenta años.
Ésta es la misma historia con los gurus de las relaciones, yo recuerdo haber tenido en mi baño de soltera dos cepillos de dientes, dos cremas dentales, dos toallas, dos jabones y dos botellas de shampoo. Haber comprado una cama doble con dos cobijas. Haber retirado los libros que leía del lado de la cama donde dormía virtualmente mi futuro consorte. Todo ésto para abrirle un espacio físico a la pareja a la que en realidad le había cerrado las puertas de mi corazón y de mi cuerpo con doble seguro so pena de que se entrara a la fuerza.
Y pasa con el peso. Yo he tenido ocho libras de sobrepeso una sola vez en mi vida y lo único que necesité para bajarlos y no volverlos a subir fue que mi médico ortopédico me dijera que con esas ocho libras de más, podría seguir caminando aproximadamente un año de los 60 más que yo aspiro a vivir,  pues mi condición no admite una libra más por encima del peso que ya me habían estipulado. Conclusión: para bajar de peso sólo hace falta un buen uso de prioridades y de responsabilidad personal, algo para lo cual no hay fórmula mágica, sino mucho trabajo sucio que hacer con uno mismo a diario.
Después de escuchar aproximadamente 2 podcast diarios ( me hice adicta a ellos) he llegado a la conclusión  que ninguno de los nuevos coachs habla del punto  ciego que hay en todo proceso, por eso el lenguaje es generalizado pero somos diferentes y aunque ellos ofrecen asesoria personalizada, esa también la hacen con los conocimientos generalizados porque en esta época de resultados inmediatos no hay tiempo para escuchar ( realmente escuchar)  al otro y detectar ese punto ciego personal que nos hace más difícil emprender un proceso de superación o de recuperación.



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