CÁNCER: EL DIABLO DE LA GENTE GRANDE

Me diagnosticaron cáncer paget, no pude evitar reírme de mí misma y  preguntarme  ¿en serio soy tan excéntrica para que además de caminar tan diferente a las demás personas y no gustarme adoptar modas solo por no parecerme a otras mujeres, también elegí un raro tipo de cáncer que solo padece el 1% de la población?

Nunca imaginé que lo tomaría con la calma que lo hice y que lo sigo haciendo, para mí tener cáncer se reduce  a tomar un tratamiento, o dedicarme a chuliar la lista de pendientes mientras disfruto el tiempo que me queda hasta que el cancer venza al cuerpo y llegue la  desmaterialización de la forma.  Por eso la primera pregunta que formulé fue, cuál es mi esperanza de vida con y sin tratamiento.

Me tomé tres semanas de silencio al respecto, solo lo compartí con un amigo médico para que me ayudara a comprender mejor éste tipo de cáncer. Fue muy saludable ese tiempo en que pude madurar todas mis ideas y evaluar todas mis posibilidades. El panorama más oscuro siempre será la muerte y a mi edad morir sigue siendo una muerte prematura.

No obstante experimenté una paz inmensa cuando me entregué a esa posibilidad sin victimizarme, cuando acepté que todos vamos a morir algún día, no creo que haga mucha diferencia el cuándo va a suceder, lo importante es el CUÁNTO hemos sabido vivir.

En ese momento hice una evaluación de mi vida y el balance espiritual ha dado frutos invaluables. Poder dormir plácidamente sin experimentar ningún sufrimiento por el diagnóstico y seguir haciendo mi vida cotidiana como siempre mientras llegaba el día de ver al cirujano y tomar decisiones, me constató que mi siembra espiritual está dando frutos. Trabajar en uno mismo, debe tener la misma importancia que trabajar por conseguir metas materiales, esa es mi conclusión en éste momento.

La parte más difícil que enfrenté en ésta etapa fue decírselo a mi familia, ver a mi hija descomponerse y ver el rostro de desolación de mis nietos con sus ojos llenos de lágrimas, fue terrible, esa fue otra prueba de fuego para mí, mantenerme en calma en aquel escenario, es algo que no sé si hubiera logrado en otro momento de mi vida. Tuve la fortuna de contar en aquellos momentos con el apoyo  y la fortaleza de mi yerno que estaba tan compuesto y optimista como yo.

En éste momento me siento parada frente a mi ignorancia total, todo lo que creí saber acerca de la relación entre mente y cuerpo ya no es válido para mí.
Todas las causas del cáncer de las que tanto leí, se derrumbaron cuando en el hospital me dijeron que la única causa de contraer éste tipo de cáncer es ser mujer y el riesgo aumenta si además eres vieja.

Durante éstas tres semanas de silencio he pensado que si bien  mucho de mi trabajo espiritual y personal se ve bien reflejado en mi manera de responder al diagnóstico,  no se ve reflejado en el resultado. Tengo una mente observada, una vida contemplativa, tengo en equilibrio mi vida laboral con la personal, tengo una dieta saludable, no fumo, no consumo alcohol y mucho menos drogas,  hago ejercicio, tengo el detonante de la felicidad activo todo el tiempo, vivo en constante agradecimiento, hago  meditación hace más de 30 años y practico yoga.

Entonces me quedo con un gran interrogante al respecto. No pregunto ¿porqué a mí? Sino ¿cuál es el camino? ¿he transitado del lado equivocado de la vida? Las únicas respuestas para mí son: que la salud es un asunto de poder genético, quien goza de mejor genética podrá disfrutar de una buena salud, incluso, y por lo que he visto, aunque  atente contra su cuerpo constantemente.
La otra respuesta es que si la reencarnación existe, entonces estoy saldando una deuda de otra existencia, pues las pruebas más grandes que he tenido en mi vida son con el cuerpo, de hecho nací obligada a convivir con una prueba de grandes proporciones.

En un par de semanas seré sometida a una cirugía, mientras tanto seguiré haciendo lo que mejor sé hacer, VIVIR.





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