MASCOTAS DE SERVICIO
Cuando yo vivía en Colombia existían las señoras del
servicio, que eran aquellas mujeres que se encargaban de los oficios domésticos
tales como limpieza general, lavar la ropa y hacer de comer, personas de gran
ayuda para quienes trabajaban y para quienes no trabajaban que no gustaban de
hacer éste tipo de trabajos. Aquí lo que existen son los perros de servicio, que
al contrario de las señoras del servicio estos no ayudan en nada sino que por
el contrario dan más trabajo y hacen que su propietario incurra en exagerados
gastos que no tendría si no tuviera un perro de servicio. La cosa está tomando
dimensiones que rayan en lo enfermizo, ya cuando uno invita a alguien a la
casa, le preguntan si pueden traer al perro de visita también, más aún cuando
uno está invitado a cenar a una casa, le advierten que Fulanita y Zultanita,
llevarán a sus adorables perros, porque por supuesto son perros de servicio, ésta
advertencia tiene como finalidad que si usted no es simpatizante de los perros,
mejor ni vaya, uno queda con la sensación que el perro es más importante que
uno. Yo me he sorprendido pensándolo dos veces antes de invitar a mi casa a
alguna persona cercana que tiene una de estas relaciones simbióticas con su
mascota, por temor a tener que lidiar con la culpabilidad por no incluir no sólo
a la mascota en la invitación, sino por no incluir en el menú algo para el
respectivo animalito, porque si hay algo más ofensivo para un propietario de
éstos es tratar a su mascota como a un desconocido. En éste momento ya todos
los perros son de servicio, casi que es obligado pagar por el respectivo
certificado que acredite al animalito como tal, todo en aras de proteger el
excesivo apego que está teniendo la gente con sus mascotas. Ésta práctica ya se ha hecho extensiva a los
gatos y a todo ser animal que se mueva y que su propietario determine que es
una mascota de servicio, el otro día vi
a un hombre discutiendo con el dueño de un establecimiento porque no lo
atendían con su mascota de servicio, una enorme serpiente perfectamente atada
al cuerpo de su propietario. Ignoro cuál podría ser el servicio que éste reptil
le prestaría al señor, pero yo sólo pude pensar en la versión oscura de
cincuenta sombras de Grey.
Para mí están claras las razones no tan inconscientes
que acosan al propietario de una mascota humanizada, no quiere tener hijos,
pero no consigue vivir sin una mascota, prefiere la soltería pero le aterroriza
que no haya alguien (ojalá una mascota) esperándole en casa, no le gusta la
actividad social, pero le encanta llevar su mascota a los parques
especializados para ellos, pero la ventaja más grande que tiene una mascota
sobre otro tipo de compañía humana es que a una mascota la puedes tener bajo tu
absoluto control, mientras que a un hijo o a una pareja no. Además las mascotas
están de moda, sobre todo las prefabricadas, así llamo yo a esas mezclas de
razas de animales que dan como resultado un animal exótico, entiéndase por
físicamente feo y algunas veces con desagradable olor, pero que resulta ser un
gol publicitario que ubica social y económicamente al propietario en un nivel bastante
envidiable. Es decir las mascotas están actualmente al mismo nivel de un auto de lujo, son una representación de
estatus social y de poder económico en la sociedad.
Las tiendas de productos para mascotas, los hoteles y
los parques, son productos nuevos de la canasta social, cosas que antes no
existían, pues el perro tenía autonomía para divertirse cómo, cuándo y dónde le
daba la gana. Las mascotas que yo tuve, comieron la misma comida que consumíamos
todos, se largaban todo el día para la calle a desarrollar su vida social y
sexual a su antojo, con la certeza que siempre regresaban a casa por su comida,
así ya les hubieran dado comida en otra parte, pues desarrollaban con su
propietario un afecto genuino, que no estaba sujeto a ningún comportamiento
coercitivo, curiosamente mis mascotas nunca se enfermaban y las pocas veces que
lo hicieron se retiraban a un lugar a estar solos y haciendo uso de su
sabiduría animal se comían alguna planta que les producía vómito y luego salían resplandecientes
a continuar con su feliz vida de mascotas libres, mis mascotas se murieron de
viejas, cansadas se vivir se sentaban en la cama que se les asignaba, cabe
aclarar, lejos de las camas de nosotros, y allí emprendían el último viaje de
sus vidas sumidos en un sueño profundo del que uno sabía que ya no era posible
despertarlas.
Humanizar un animal para nuestro beneficio emocional
resulta egoísta, me atrevería a decir que raya en lo injusto con el animal, es
como convertir a la pareja en el mejor amigo, al final uno termina tan
confundido que deja de desear sexualmente a la pareja para empezar a desear al
mejor amigo, o amiga… los roles son importantes en las relaciones, las mascotas
tienen un rol que es servir de compañía, no convertirse en una versión mejorada
de los hijos, porque no son hijos, son sólo animales de compañía para dar
y recibir afecto. Parte de la importante
decisión de no tener hijos es responsabilizarse de las consecuencias que ello
acarrea y creo que la más importante es responsabilizarse del nido vacío y de
la soledad que aunque nos enseñaron a temer y a pensar en ella como algo
horrible, puede llegar a ser mejor compañera incluso que una mascota. Pero
tener una mascota implica respetar su rol y su
lugar, no convertirla en un ser lo más parecido a un humano para que
satisfaga nuestras carencias afectivas, porque ese es un peso muy grande no
sólo para ella, sino para quienes te rodean. Pues si hay algo más insoportable
que la madre de un niño malcriado, eso es la dueña de una mascota humanizada y
su eterna lista de útiles e inútiles para su existencia. Una mascota no sabe de
esas cosas, ni conoce de pedigrí, eso al único que beneficia es al dueño, pues
las mascotas sólo saben responder a sus instintos animales y sin importar que
tanto usted la humanice o la eduque, su instinto animal siempre prevalecerá.
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