SENTIR-ESTAR
Una cosa que muchos no saben es que asumir que la gente está en perfectas condiciones, porque luce físicamente bien, no siempre resulta halagador, sobre todo cuando uno está en proceso de recuperación de una enfermedad grave.
Yo me enfrento a esta situación muy a menudo, siento una gran incomodidad cada vez que alguien dice cosas como "veo que ya estás muy bien" o "gracias a Dios ya estás bien" o "yo sabía que ibas a salir rápido de ésto" sin preguntar antes como en realidad me siento. En mi grupo de apoyo para pacientes con cáncer, es la situación que más discutimos.
La gente está muy poco educada sobre lo que es un proceso de cáncer y tienen la idea que solo si uno se queda sin cabello, pierde peso y luce demacrado, la está pasando mal. Los pacientes de cáncer libramos batallas físicas y emocionales muy duras dentro del proceso y después del proceso y tardamos mucho en estar bien. En mi tierra decimos "la procesión va por dentro".
Arreglarme incluso cuando tengo que permanecer en casa, lidiando con malestares físicos y a veces emocionales forma parte de mí nueva normalidad, es la manera como le digo a Luz Dary que podemos enfrentar todo lo que nos está sucediendo y que todo lo tortuoso termina mañana.
He sido impactada por la medicina que tomo actualmente en áreas que me tienen muy vulnerable: cognitivamente, la visión y mi sistema óseo. Una de mis mayores preocupaciones es saber que la medicina tendrá efectos muy adversos para mi condición congénita de cadera. Desde los 28 años de edad pesa sobre mi el pronóstico de no poder caminar un día, y aunque me aterra esa posibilidad, me he venido preparando gracias al poder de la comprensión y de la aceptación.
En éste momento ese temor trata de tomar el control de mi vida, hay días que todos los efectos secundarios de la medicina se juntan y me obligan a permanecer en un descanso indeseable, pero necesario, una cosa si no permito y es que me arrebaten ese talento innato que tengo para comprender la dinámica entre "sentirme" bien, aunque no "esté" bien, entonces me aislo y me permito sentirme mal, porque las emociones son estaciones en el camino donde es necesario descansar por un tiempo, ya sé por experiencia propia que son mutantes, que cambian y nos cambian. Descansar en esa gama de emociones que estoy enfrentando forma parte del paisaje de éste viaje llamado vida.
Cuando no lucho contra una emoción "negativa" y la acepto, consigo sustraer a mi espíritu de esa negatividad. Entonces comprendo que la experiencia de mi cuerpo está ahí para encender mi fuego interior, y ese fuego solo se enciende cuando puedo vislumbrar las partes de mi cuerpo qué si están bien. Entregarme a utilizarlas y a disfrutarlas me da una perspectiva de valoración que me permite ver lo transitorio que es tanto el malestar como el bienestar. Abrazar éste movimiento constante al que no solo los enfermos nos enfrentamos, es una herramienta que me ayuda mucho.
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