LA FAMILIA

 

la familia, ese buitre, se considera a si mismo animal doméstico (Elfriede Jelinek) 


Uno de los trabajos espirituales que yo considero mas difícil de hacer es la aceptación seguida del respeto y para ello la vida nos tiende ese laboratorio llamado familia, donde el grado de dificultad para trabajar en estas dos limitaciones es muy grande, porque justamente por ser familia pensamos que deben ser y actuar de acuerdo a nuestra conveniencia.


Cuando me reúno con varios miembros de mi familia tengo la oportunidad de estar en presencia de un simulacro del mundo. La familia para mí es una muestra pequeña de la diversidad existente en este mundo.

Cada persona tiene su propia agenda con cualidades y limitaciones, pero como cuesta simplemente estar ahí observando esa diversidad sin emitir juicios con su respectiva condena, que difícil es no sentir que tenemos que castigar a algunos porque piensan diferente o porque viven su vida de manera diferente a nuestras creencias. Que difícil es guardar silencio ante la exposición de una creencia contraria a la nuestra, un silencio que respeta y valida la diferencia. Porque hay otro silencio, el que evita el conflicto, el silencio contenido que se guarda para buscar su válvula de escape en un momento más "oportuno".


Pero yo hablo de ese silencio que respeta y que reconoce la diferencia como esa individualidad a la que todos tenemos derecho, pero sobre todo que nos permite cuestionar nuestras propias creencias y considerar desapegarnos de algunas de ellas.


Los mejores pinitos espirituales que he dado en mi vida proceden de ese silencio, que me ha permitido la apertura suficiente para replantear mi propio sistema básico de creencias, cuestionarlo y modificarlo. Esos momentos de reverencia ante la diversidad me han permitido hacer cambios muy positivos en mi vida que me han conducido a un mejor lugar de mí misma.


Cada conducta del otro que me parece inaceptable me brinda la oportunidad de mirar dentro de mí y encontrar de que manera esa conducta afecta mi relación no con el otro sino con el mundo. Me permite aceptar la responsabilidad sobre mí, de esa manera se abre la brecha para divisar la diversidad como parte de un paisaje heterogeneo que contiene su propia belleza. Entonces me doy cuenta que modificar al otro es arruinar ese paisaje y que dejarlo ser a través de la aceptación me permite sentir reverencia y respeto por ese lienzo multicolor que es la familia.





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