SOLEDAD

 La Soledad y yo tenemos una relación muy estrecha y fuerte. Marcó mi vida desde que era una niña, y mi madre, mujer casada fungiendo como madre soltera, tuvo que dejarme mucho tiempo sola, no hablo de horas, hablo de días con sus noches. En la actualidad hubiera tenido problemas legales por hacer eso. No obstante siempre vi en eso una necesidad, no una negligencia de su parte.

Así me inicié de dramaturga. En aquella casa en el Salto de Guadalupe, departamento de Antioquia, donde me quedaba sola varios días a la edad de 8 años había una cortina estampada en la cual yo formaba con mi imaginación personajes exóticos que tenían una historia que contar y lo hacían a través de mi prodigiosa imaginación. Cada noche escribía un capítulo que no sólo aliviaba el temor de dormir sola, sino que me inducía un sueño profundo que hacía que las horas corrieran de prisa y el día despuntara de nuevo.
Los mecanismos de supervivencia emocional son maravillosos. Nos abren no sólo las puertas de la imaginación, sino que también son sanadores. Al menos eso quiero pensar.
Yo hubiera podido crecer temiendo a la soledad y resentida con mi madre. A cambio agradezco cada día la confianza que ella depositó en mi alma para poder vivir aquellos episodios. A cambio adoro la soledad porque en ella siempre, absolutamente siempre, brota lo mejor de mi. 



Comentarios

Entradas populares de este blog

HADA DE LAS ALAS ROTAS.

LA SEXIGENARIA

LA RESURRECCIÓN DE COQUITO