HACER LO QUE AMAS? O AMAR LO QUE HACES?
Mi amiga Albasarí Caro, es una de esas amigas con
quien cada conversación me estimula mucho intelectualmente, llegó al mundo en
Popayán, Colombia, y es madre de una nena de 4 años. Lleva 20 años radicada en
España, principalmente en Barcelona, la mayoría dedicados a expandir y
supervisar marcas de moda españolas por todo el mundo. Ha viajado por 55 países
durante tres décadas y se puede comunicar en inglés, español, alemán,
portugués, catalán y chino mandarino. Actualmente ella dice que encaja bajo la
clasificación de momtrepreneur ya que dedica la mayoría de su
tiempo a ser madre, ama de casa y a lanzar un proyecto propio de accesorios de
moda femenina. Siendo como es, toda una ejecutiva de primera categoría quise
indagar cual era su pensamiento de aquellos empleos que yo he llamado de
closet, los de esconder, de los que no se puede presumir, los que nos
representan “mal” en una sociedad clasista y discriminativa que le da más valor
al estatus social que a la productividad. Lo que ella escribió al respecto me
encantó y por eso lo quiero compartir aquí en mi blog.
Después de dejarle el tema a su libre reflexión ésto fue lo que ella escribió:
"Me he mirado el video que me mandaste de aquella mexicana cuya profesión es la limpieza de hogares y no paro de admirar una y otra vez la alegría, orgullo y cariño con la que desempeña su trabajo.
Para mí el estar ahora en casa a causa del Covid y
verme convertida un ama de casa fue duro al principio. No era consciente de
cuánto menospreciaba éste trabajo hasta que tuve que hacerlo yo misma. Los
primeros meses temía convertirme en una "mera maruja" como se dice
aquí y sobretodo me daba vergüenza no estar ya en posición de pagarle
a alguien por hacer "este tipo" de trabajo. Hacía AÑOS que
yo no fregaba un suelo, limpiaba una tina a fondo o cocinaba de una forma
rutinaria.
La parte más dura fue la sensación de que el trabajo
en mi hogar parecía no lucir, no rendir y ser prácticamente invisible. Lo que
limpias al momento se ensucia. Compras y al rato quedan sólo los envases
vacíos. Cocinas y te lo comes al par de minutos. Lavas, cuelgas y doblas la
ropa para poder volverla a ensuciar, etc.
Pero poco a poco he ido cogiéndole el
"gustillo" al acto de limpiar, siento máximo orgullo en tener la casa
bien llevada y una gran satisfacción en comer cosas elaboradas con mucho amor y
premeditación. Soy cada vez más consciente de la suerte que tengo de tener la
vitalidad, conocimiento y herramientas para poder realizar este trabajo tan
importante.
Tal ha sido mi cambio de actitud que ahora en parte
resiento a las mujeres profesionales que miran con pesar a las mujeres que
deciden dedicarse a su casa. Es como que el castigo del feminismo es que te ves
forzada a vestirte de oficina cada mañana, correr contra el tiempo de casa al
despacho, presenciar horas sobre horas de reuniones absurdas para poder contar
en alguna fiesta que eres una ejecutiva"
Y pienso: pues por más ejecutiva que seas si se te
atasca la tubería ninguna hoja Excel ni presentación de Powerpoint va a sacar
la mierda de tu inodoro. Vas a necesitar a un profesional de la mierda que
venga a resolver ese problemote que seguro es más importante que asistir a una
convocatoria de la Gerencia.
Todos los trabajos tienen su función, claro, pero las
apariencias, el ego, y la TONTERÍA nos lleva a lo más absurdo. ¿Que el granjero
que cultiva tus patatas vale menos que el abogado de la multinacional? Bueno, ganará
más dinero el abogado seguro, pero a nivel práctico, si tengo que escoger entre
los dos, me quedo con el que me da de comer. Más claro imposible.
Las personas que hacen que el mundo funcione, que
barren las calles, reponen las estanterías de los supermercados, que nos llevan
de un sitio a otro, los ESSENTIAL WORKERS, son reconocidos ahora durante la
pandemia como héroes. Pero hay que pagarles y valorarlos como tal.
En tiempos normales en el sector de la moda, a menos
de que seas un directivo, claramente se gana más dinero en los puntos de
venta que sentada en el departamento de administración en las oficinas
centrales. Pero a esas chicas les da "vergüenza'' vender, su mayor horror
sería encontrarse con algún conocido en la tienda. Entonces se quedan en
las HQs de mileuristas mientras que las de la tienda ganan más del doble con
las comisiones.
Una de los mayores efectos de la pandemia sobre mi
persona es la alegría, orgullo y reivindicación que siento al decir que
actualmente no estoy desempleada sino que más bien el Covid ha redirigido mi
carrera y ahora mi hija y mi casa son mi profesión. Y tengo muy claro que
cualquier cosa a la que me dedique para ganar dinero de ninguna manera definirá
quién soy. Y las personas que lo perciben así siguen ordenando la vida bajo una
estructura basada en el dinero y el prestigio laboral, tal vez necesiten
otra manera de aprender la lección que ésta pandemia me ha enseñado a
mí.
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