NüSHVEK
"Ilusión Þor comenzar una nueva etapa a pesar de la incertidumbre"
Desde hace unas semanas, cada mañana al abrir los ojos, siento que despierto con una desconocida habitando mi cuerpo, una desconocida con la que no consigo comunicarme por más esfuerzos que hago. La sicologa que estoy viendo lo auguró antes de que ésto pasara, en aquel entonces no le creí.
Toda la vida me he sentido invencible, cual gladiadora con un casco protector qué más allá de proteger mi cuerpo, cuida mi espíritu. Pero ésta vez, el cáncer me ha encontrado cansada de luchar por mi vida y por mi supervivencia, con lo que he ido perdiendo el sentido de merecimiento. Cada cosa buena que me sigue sucediendo (que son muchas) la recibo con apatía y con el inmenso temor que traiga consigo algo malo.
La medicina que estoy tomando para el cáncer me produce efectos secundarios adversos, y temo que por mi rango de edad no consiga seguir siendo la persona funcional que he sido hasta ahora. Le pedí al doctor un descanso de dos semanas sin medicamento para poder hacer un viaje que mi familia y yo habíamos planeado desde antes de mi diagnóstico. Esa semana que duró el viaje, conseguí sentirme otra vez en mi piel, aunque hubiera querido tener más vitalidad nocturna, agradecí y valoré poder disfrutar días enteros con mi familia y poder disfrutar de la majestuosidad del océano que era lo único que me rodeaba por los 4 puntos cardinales.
Mirando las fotos que me tomaron, me parece asombrosa la manera como mi cuerpo se ha regenerado y ha sobrevivido a los embates físicos con que fue amenazado por el cáncer. Mi resiliencia física es evidente, al punto que muchos opinan que luzco como si no estuviera inmersa en pleno proceso de recuperación.
Y eso es esperanzador, quizá la capacidad regenerativa de mi cuerpo me aporte esa resiliencia interior que está menguando en éste momento. Quizá mi cuerpo me esté mostrando que si puedo con ésto y con mucho más, y que la vida no se acaba a los 61 por un cáncer.
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