HERIDA DE ABANDONO
Los procesos de salud largos nos dan espacio para sanar mucho mas que el cuerpo. Una cosa maravillosa que me ha pasado ha sido conectarme con mis heridas de la infancia y tomar decisiones al respecto.
Así como dejé ir mi teta derecha estoy dejando ir algunas personas de mi vida, con quienes me estaba relacionando de la misma manera que con algunas prendas que ya no me sirven, y que yo trataba de forzar su talla para que se acomodaran a mi nuevo cuerpo, o algunas que están desgastadas y que no quiero dejar ir porque tienen un valor sentimental para mí, o aquellas que pienso que en algún momento me pueden servir y las dejo ocupar espacios que nuevas prendas podrían ocupar o que le darían más espacio y aire a mi closet.
Si salir de la ropa es a veces difícil, lo es más con las personas a quienes les hemos dado un lugar en nuestra vida, sobre todo cuando durante años no han escatimado esfuerzo en demostrar el nulo interés que tienen por estar relacionados con uno. Ese tipo de amistades se convierten en una obsesión, de la misma manera que, a veces, nos obsesionamos con tipos qué son imposibles o que nos ignoran.
Yo tenía una amiga así, hacía mil planes conmigo, que jamás cumplía, me dejaba plantada, a veces tardaba hasta meses en responderme un mensaje de WhatsApp, cada vez que la dejaba ir, aparecía, cual maldición que se perpetuaba, cargada de promesas y con una máscara de cambio inexistente, yo la recibía de nuevo, porque quería creerle, era como si necesitara su atención más que la de ninguna otra persona.
Cuando me diagnosticaron con cáncer, me llenó de promesas y de incondicionalidad, pensé que ésta vez ella no podría ser tan infame para quedarse en la teoría. Pero esa fue la única vez que supe de ella, porque no consiguió llevar sus promesas a la práctica.
Comprendí que mi apego no era por ella, porque en realidad no gozaba de ningún atributo deseable para ser amiga. De hecho ese ha sido un comportamiento que suele tener con muchas personas. Lo que me sucedía era que ella tocaba mi herida del abandono, y llegó el momento de responsabilizarme de esa herida y soltarla no solo a ella, sino también a las personas que inconscientemente elijo para que toquen esa herida.
Hice por escrito (adoro las listas) mi balance social y me di cuenta que ella no era la única que tocaba esa herida, que habían otros tantos personajes interpretando el mismo rol en mi vida. A todos ellos los dejo ir, sin decepción, sin dolor, sin rabia ni tristeza. Los dejo ir con agradecimiento por haberme mostrado que esa herida seguía abierta y que el problema no es que ellos lastimen esa herida, el problema es que yo he permitido que eso suceda, y en ese momento, el problema es solo mío. ¿Porqué lo permito? es lo único que debe ocuparme, no tratar de recuperar amistades que en realidad nunca he tenido, y que no me lastimaban deliberadamente, simplemente ese es su modus operandi y la manera que eligieron para vivir su vida, y eso es respetable. Lo que comprendí es que nadie camina sobre mi espalda si yo no me inclino. Y en éste momento decido erguirme lo suficiente para tener una mejor panorámica de quién si, y quién no, corresponde con mi nuevo nivel de sanación.
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