CERRANDO CICLOS

Hace nueve años, en esta misma fecha, salía de este mismo aeropuerto hacia Miami a reunirme con el hombre con quien estoy casada, cerraba un ciclo de mi vida, era mi forma de elevar mi grito de independencia de mi madre, quien estuvo “atada” emocionalmente a mi durante más tiempo del que me resultaba cómodo.

Lejos estaba de imaginar que en la misma fecha años mas tarde se cerraría definitivamente ese ciclo, el de ser hija, mi madre acaba de morir, regreso a Estados Unidos, luego de sepultarla y cerrar la que fuera su casa.

Soy una mujer fuerte, aunque no estoy segura en este momento que tan bueno sea ser una mujer fuerte. Ver morir a mi madre me ha arrebatado muchas perspectivas de la vida, y verifica para mí la idea de que el apego material es lo más estéril que he conocido, que acumular cosas sólo nos hace más pesado el equipaje y más doloroso partir de este mundo y dejarlo todo.

Mi madre siempre quiso una casa propia, y las veces que la tuvo siempre tenía que salir de ella por diferentes razones, pero todas asociadas con su relación de pareja. Creo que siempre quiso vivir bien, y creo que los últimos años de su vida lo consiguió, le gustaba acumular cosas, guardar todo lo nuevo para usarlo algún “día especial”, que nunca llegó, porque los días especiales son todos y ella no supo reconocer esa verdad.

Sus pertenencias, fueron vendidas y otras tantas repartidas entre familiares, lo que me quedó materialmente de ella, cabe en una maleta pequeña, es lo que representa su energía creativa, ella tejía y sus tejidos son lo único con lo que quise quedarme, al igual que su tradicional pesebre.

Pero la verdadera herencia de mi madre no cabría en mil maletas, su valor, su lealtad a toda prueba, su honradez y su sinceridad. No se si pueda hacer uso de esas herencias de la manera tan fluida que ella las ejercía, están ahí para que las tome o las abandone, para que le rinda culto a ella imitándola o para que trace nuevos caminos desechándolas.

Escribo desde el aeropuerto Alfonso Bonilla Aragón en Cali. Salir de la que fuera su casita esta mañana, no fue fácil, podía olerla en las paredes, verla en cada rincón, podía ver su presencia en ese enorme salón, aunque no podía saber si ella estaría bien con lo que estaba pasando, quiero pensar que lo está, que en el plano que ella está en este momento ha trascendido el apego y el dolor emocional por lo que no puede cambiar.

En el parqueadero me despedí de Amelia, esa buena mujer que acompañó a mi madre de la mano hasta su última morada y que se convirtió para ella en la segunda hija que nunca tuvo, pese a que ella jamás lo reconociera. La figura de Amelia se desvaneció entre las escaleras, caminaba con la espalda encorvada, como quien sigue cargando el duro peso de la pérdida y no sabe que hacer con ella. El nudo que tenía en la garganta me lo disolvió la sonrisa de Helen Mary mi amiga incondicional que me hizo la vida fácil durante mi estancia en Colombia.

Así cerramos ciclos, de la mano de los amigos, de los enemigos, de los compañeros, de los conocidos, de los desconocidos, de los pasajeros ocasionales que aparecen y desaparecen en nuestros días, como si la vida tejiera una colcha de retazos viviente y reuniera a todos nuestros participantes en un rito de pasaje que  hace arder el ego, pero que libera el alma.

Con este ciclo que se cierra en mi vida se cierran también capítulos familiares, se terminan amistades, relaciones, contactos, pero sobre todo me deja más despierta respecto a la interacción que tenemos con los demás y a la responsabilidad que tenemos en cada una de esas interacciones, por pequeña o transitoria que sea.

Somos un enorme tejido cósmico, la hebra que se corta en el extremo más lejano del tejido de mi madre, afecta todo el tejido y puede hacer que se desbarate toda la obra, cada uno de nosotros somos como una hebra de hilo de este enorme tejido planetario, y de la manera como nos relacionamos con los demás afectamos directa o indirectamente todo el tejido que constituye la interacción social del universo, así de grande es nuestro poder.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
La vida nos ubica a todos en diferentes sitios y hay momentos que tenemos reencuentros, quizás demasiado fugaces por las circunstancias que cada uno atraviesa. Me encantó haber compartido esos momentos contigo y con tu hija, haber conocido a tu nieta y sobretodo saber que cada día creces más a través de las experiencias y vas haciendo más liviano tu equipaje. En esas estamos! Seguiremos compartiendo y gracias por tu amistad. Dios te bendiga.
Abrazos fraternales para toda la familia. Mirta
Luci ha dicho que…
Un muy buen relato de narrativa literaria, en el que se advierte de inmediato la falta de sentimiento que hay metida en la trama.
O bien es una ficción novelística o has tenido una pésima relación afectiva con tu madre, lo cual es bastante común en los parámetros globalizados del cinismo del desamparo del siglo XX.
Lo lamento.

Lu
Anónimo ha dicho que…
Querida Lulu,
Como siempre, me toma un tiempo leer lo que escribes acerca de la viviencia con tu mami, reconozco que me mueve internamente. Este articulo como otros tantos, me encanto. Toca una innumerable lista de situaciones, escenas, sentimientos y vivencias que salen a flote, cuando hemos pasado por la dura y dificil experiencia de ver trascender al ser que nos dio la vida terrenal.
Como siempre estas en mi pensamiento y en mi corazon, te envio una vez mas un abrazo fraternal con todo mi cariño.
Clemencia Huertas
Anónimo ha dicho que…
Que triste y duro es afrontar la muerte de un ser querido,como el caso de Luz Dary fue mi madre, también tenía un lindo pesebre y unos tejidos hermosos, jajaja también le encantaba guardar cuanta cosa veía y siempre decía cuando me muera puedes votar todo a la basura, también decía “ESTE VESTIDO LO DEJO O ESTA LOCIÓN LA USO CUANDO RESPINGUE DURO”. Su pesebre y sus tejidos me hubiera gustado haberlos conservado realmente no se que pasó, no se porque no me quedé con ellos, creanme que me ha dolido hasta lo más profundo de mi corazón. pasaron un par de años para poder despojarme de esos recuerdos materiales, realmente estos recuerdo quedaron guardados en mi mente y mi corazón, esta experiencia es una de las experiencias más horrendas por la que he tenido que pasar . Y lo más triste es cuando se quedan cosas por decir, cuando quedan pesares y lo más doloroso es que los que quedamos que son 3 hermanos y yo aflorando en mi hermanos mayor, un sentimiento de odio y rencor hacia mí, sentimiento que tuvo guardado toda una vida , pobre hermano nunca me aceptó, pero le tocó aguantar para no causarle dolor a mi madre, pero cuando ella murió el pobre pudo desahogarse y finalmente aceptó que nunca me podía querer, creanme que me alegro que el pobre haya descansado y haya podido sacar esa verdad que tuvo oculta toda su vida, igual yo si lo quiero y a pesar de todo lo tengo en mi corazón, siento mucha tristeza que hijos de la misma madre y padre con la misma sangre existan estos sentimientos tan terribles y eso que siempre se vio un buen ejemplo, creo que eso era lo que teníamos que vivir, no se, todo esta escrito no.

Un abrazo Luz Dary, estoy sacando tiempo para leer todo lo que escribes y creeme que me encanta. chao.

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