PRISIÓN DE MÁXIMA SEGURIDAD.
Como este viaje estaba programado de todas maneras, en otras fechas, pero estaba programado, me había hecho ilusiones con ver a mis amigos, viejos amigos que hace mucho no veía, lo que nunca imaginé es que una penosa mayoría están en prisiones de máxima seguridad llamadas "matrimonios". Hasta donde recuerdo antes de salir del país no era así, o quizá no lo podía ver así porque yo también comulgaba con la idea de que el matrimonio no es hasta que la muerte nos separe, sino hasta que apropiarse de la libertad y ser uno mismo nos separe.
Lo cierto es que en pocos hombres he percibido tanto miedo, como el que he sentido en las últimas semanas en algunos de mis amigos ante la escabrosa idea de salir conmigo y que sus esposas se enteren. Pero lo más sorprendente es lo que he encontrado detrás de ese panorama. Para algunos es apenas natural que la esposa se moleste si sale con alguna amiga, si tenemos en cuenta que la relación "normal" de pareja debe incluir la renuncia a toda actividad social en la que no esté incluida la esposa. Otros lo dicen con orgullo "es que mi esposa me cuida mucho" y lucen satisfechos con la idea de una esposa posesiva y dominante, cuando narran las penurias que pasan para poder hacer un poco su propia vida lo que les escucho decir es: "soy tan guapo, atractivo e interesante que esta mujer no puede vivir sin mí" están convencidos que los celos de sus esposas son una bandera de amor que deben izar con orgullo. Detrás de ese tipo de comentarios uno puede ver claramente una autoestima apaleada que sólo adquiere valía con el cerco que sus esposas tienden sobre ellos.
De esta manera he desfilado por varias prisiones de máxima seguridad donde el preso extiende sus manos para que su carcelera le ponga las esposas. Ante mí se han lamentado de la vida tortuosa que llevan, aunque lo dicen con tal placentera resignación, que no puedo más que respetar el dulce sabor de la esclavitud a la cual el sujeto ha sido sometido. Alguno de ellos se aventuró a pedirme consejo, mientras yo pensaba que lo único que quería era prolongar la conversación con el único propósito de fortalecer su rol de víctima, por lo que le respondí que cuando nos viéramos en persona podríamos discutir el asunto mejor, aunque ya sabía que reunirnos en persona sería una odisea por la que yo debería luchar porque él no lo haría, entre otras cosas mi lucha por verlo, ayudaría a fortalecer más su sentido de valía, siempre se hace necesario alguna rival virtual para una esposa posesiva en aras de renovar una autoestima que siempre tiene fecha de expiración.
Porque lamentablemente eso es lo que pasa en este modelo de relaciones, son permitidas únicamente no sólo porque perpetúan la mala relación con uno mismo, sino que además renuevan constantemente una autoestima deteriorada.
Como no tengo alma de guerrera en las ligas pasionarias, pues no he conseguido incursionar en el mercado de los esposos que pretenden que una guerrera mujer los libere de su preciosa prisión de máxima seguridad. Y como yo sólo quería verlos como amiga, no como amante o rescatista, pues me he conformado con algunas parcas conversaciones telefónicas que aspiro a que no hayan sido intervenidas por el poderoso sistema de seguridad bajo el cual residen estas pobres víctimas.
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