MAZETAPÁ
Subir en su columpio a mi nieta Samantha es toda una celebración, sin importar si la subo tres veces al día o si la subo sólo dos veces a la semana, ella protagoniza para mí el mismo y puntual ritual: cierra sus ojos y entona una canción de su autoría de la que sólo son comprensibles para mi algunas palabras y cuyo coro de la canción siempre es la misma palabra “Mazetapá”, la pasión que ella le pone a esos momentos en que vuela a manos de un columpio que su abuela pilotea, es contagiosa, a veces me siento frente a una gran cantante que sabe muy bien lo que está haciendo y que está libre de la aprobación de su público porque simplemente ella es una con su canción, entonces entona de nuevo su coro ‘Mazetapá, mazetapá…” y sonríe iluminando todo su rostro, no me cabe la menor duda de que es feliz y que posiblemente en ningún momento es más feliz que cuando canta sus composiciones musicales, finaliza su canción abriendo sus brazos con si quisiera atrapar el mundo con ellos y alarga la últim...