CUARTETO AMOROSO.
Resulté inmersa en un cuarteto amoroso por físico
accidente cuando el novio de una ex amiga mía, fue presa de una atracción
súbita e intensa por alguien de mi familia, algo que yo ignoraba. Pero que como suele suceder, la gente supone
(y arma su propia película) sin preguntar antes, así que la novia del implicado
supuso que yo sabía, con lo que construyó, su propia verdad, la que le convenía,
pero sobre todo la que fortalecía su rol de víctima y me condenó de cómplice,
desleal y quien sabe que más.
Como sucede cada vez que nos quedamos con nuestras
suposiciones, yo fui la última en enterarme de lo que estaba sucediendo, y lo
supe porque ella se tornó distante conmigo, empezó a cancelar los planes que teníamos
juntas y por último dejó de responderme el teléfono, lo que me hizo intuir que
algo no andaba bien, aun así estaba lejos de imaginar que alguien que
proyectaba la imagen de una mujer madura, segura de si misma, independiente y
liberada, administrara sus relaciones sociales con los genitales, porque cuando
la confronté y quise que me dijera de que yo estaba siendo culpable sin
enterarme, ni siquiera me dio esa oportunidad de saberlo, porque me sacó de su
vida sin explicaciones. Tardíamente me enteré de lo que había sucedido, en
otras palabras fui una reo ausente juzgada sin conocer los cargos en mi contra.
Ella sacó del camino lo que ella pensó era el obstáculo
que la separaba del amor de aquel hombre, sin darse la oportunidad de
comprender que el obstáculo no son las demás mujeres con las que se relacionaba
su pareja, sino la mujer en ella misma con la que ella se relaciona, aquel
verdugo que todas llevamos dentro y que nos tienta a pensar que las demás
mujeres tienen la culpa de que nuestro macho mire en otra dirección. Esa relación
con esa mujer es una de las primeras que tenemos que cultivar, porque esa mujer
comúnmente llamada “Arpía” es la responsable de todos nuestros desatinos en
nuestras relaciones sentimentales y sexuales. Ni siquiera porque terminan
perdiendo a la amiga y al tipo, consiguen identificar que la adversaria está
dentro, nunca afuera.
Es lo mismo que hacemos con frecuencia con las
cosas que nos molestan, quitamos el objeto que se nos cruza en el camino,
aquello, o aquel que consideramos un obstáculo para las demandas del ego,
pensamos erróneamente que deshacernos de la gente que suponemos nos han hecho
algo indeseado es la manera de terminar con el malestar que la situación nos
genera, lo cual es tanto como aspirar a que poniendo ambientador en el baño Sin
soltar el agua del inodoro, acabara con el mal olor del mismo, no comprendemos
que el origen del mal olor está en el inodoro no en el aire, de la misma manera
no comprendemos que los demás no son nuestro problema, sino la manera como nosotros
respondemos a las situaciones y que siempre está tinturada por nuestras
creencias.
Toda situación que se nos presenta con otras
personas es una oportunidad tanto para crecer en nuestra manera de relacionarnos
con los demás como en la manera de movernos hacia un mayor entendimiento de la dinámica
de la vida. La vida es el único salón de clases donde se nos da la oportunidad
real de ser alumnos más aventajados que los maestros. Cada vez que supero una
dificultad asumiendo mi responsabilidad, buscando el mensaje que ésta tiene
para mí; y que consigo integrarme con mi entorno venciendo la tentación de
pactar con la división, habré superado
al maestro.
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