UN HOMBRE Y DOS MUJERES.
Cuenta
la historia que un viajero llegó a un pueblo y se sentó a conversar con un hombre
en el parque y le preguntó como era la gente de ese pueblo, el hombre le
respondió con otra pregunta “¿como era la gente del pueblo de donde vienes?” y
este respondió “gente huraña, envidiosa, amargada, hipócrita, gente muy
malvada” el hombre le respondió “eso mismo encontraras aquí” al poco rato llegó
otro viajero y le hizo la misma pregunta, el hombre de nuevo le preguntó “¿y
como era la gente del pueblo de donde vienes?” y este respondió “gente muy
amable, amorosa, servicial y bondadosa” y el hombre le respondió “eso mismo
encontraras aquí”.
Esta historia ilustra claramente que la manera como traducimos el mundo sólo
es un reflejo de nuestro mundo interior. En estos días me acordé de esa
historia a raíz de un amigo mío que ha sido pareja de dos mujeres que conozco,
la primera que estuvo con él, se expresó mal de él, desde el primer día en que se
fueron a vivir juntos hasta mucho después de que él la dejara, mientras la
segunda mujer sólo ha tenido expresiones bellas para referirse a él, le brillan
los ojos cuando habla de él, a veces incluso tengo la sensación que me está hablando
de un hombre completamente distinto al que estuvo con la otra Chica, yo que
estoy por fuera del asunto puedo decir que la versión de la segunda mujer es la
que mejor coincide con el hombre al que yo conozco.
El padre de mi hija fue un hombre que pasó por la mira de dos mujeres
diferentes, si me hubieran preguntado hace 25 años como era él de pareja, me habría
abstenido de recomendarlo, porque mi experiencia con él no fue nada agradable.
No obstante él encontró otra mujer después de mí que encontró en él a un hombre
completamente diferente al que yo conocí; y quien ha podido tener una larga
convivencia con él. Esa capacidad que
todos tenemos de cambio y a la vez de sacar a nuevos personajes en los seres
que amamos me maravilla; y me dice lo estéril que es dejarnos atrapar por
conceptos rígidos de las personas describiéndolas desde la pobreza de nuestra
experiencia con ellos, no comprendemos que cuando nos quedamos con la pobre
opinión de otra persona, sólo estamos denotando nuestra pobreza interior, que
nuestra definición del otro es nuestra autodefinición.
De ahí que el rencor sea tan estéril ¿Con quien nos mantenemos molestos por
tanto tiempo? ¿Con el otro? ¿Con quien fue el otro en un sólo momento? ¿Con la
conducta temporal del otro? ¿O con nuestra incapacidad para salir del marco
conceptual tan angosto en que pusimos en la mira a esa persona? Es triste ver
como hay personas que se dejan secuestrar por sus adversarios y viven cautivos
por el rencor, sin darles la oportunidad de que una nueva luz brille tanto para
ellos como para su manera de verlos, esa es otra manera de ser secuestrado y
secuestrador emocional a la vez. Esta mira me la regaló una vez mi ex esposo,
cuando fue a conocerme a Colombia y veía los letreros que pedían libertad para
los secuestrados, y me preguntó “¿y quien pide libertad para los
secuestradores?” y yo un poco asombrada con su pregunta le pedí que me ampliara
el concepto, mientras él con esa calma que lo ha caracterizado me explicó que
el punto ciego del secuestro es como el secuestrador ignora que es tan prisionero
como el secuestrado ¿Acaso no tiene que permanecer escondido y esclavizado cuidando
a su prisionero? ¿Acaso no pierde de alguna manera su libertad también? De la
misma manera nos atamos a quienes odiamos, porque el odio de todas maneras es
un vínculo, cuidar de esa amnesia afectiva para no lanzarnos de nuevo a los
brazos amorosos del perdón es un vínculo tan fuerte como el amor mismo.
En estos días he meditado mucho al respecto porque le di la oportunidad por
no sé cuantas veces (ya perdí la cuenta) a alguien a quien he amado
profundamente de que me mire con ojos nuevos, de que me enfoque como la persona
que hay por fuera de una conducta por la que él me condenó hace más de una década,
sin éxito alguno. Como estoy aprendiendo a respetar los procesos ajenos confieso
que hasta ahora se me hacía increíble que alguien pudiera sufrir de una amnesia
tan grande que le permitiera olvidar el amor que una vez nos unió por tanto tiempo,
eso fue hasta que comprendí que yo estaba haciendo exactamente lo mismo que él,
lo estaba enfocando con los mismos ojos de cuando lo conocí, pensando que era
un ser incapaz de guarda rencor en su corazón, así que tanto él me sigue
considerando la mujer que le hizo daño alguna vez, como yo sigo considerándolo
el ser humano incapaz de odiar, pero ambos nos hemos movido de posición en el
mundo y no somos los mismos, lo que pasa es que no hemos movido nuestros ojos
del mismo lugar.
Estoy comprendiendo que el odio y el rencor de algunos forma parte del
método de aprendizaje que ellos eligieron en esta encarnación y que merece
tanto respeto como lo merecen otros métodos menos dolorosos y más cortos, por
eso pienso que es hora de no pedir por algo que posiblemente jamás se me dará,
no porque yo no lo merezca sino porque la otra persona no está en su momento
evolutivo para dar algo que entre otras cosas posiblemente no tiene. Así de
perfecto es el plan cósmico y así de perfectos son los compañeros de viajes que
elegimos en esta excursión llamada vida, que elijen diferentes formas de amarnos y
de participar en nuestro proceso pedagógico personal, lo importante no son las
cosas que nos pasan, sino lo que somos capaces de hacer con ellas.
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