DE LOS HOMBRES Y SUS VIRTUDES.
Cuando yo
era niña, los hombres eran super hérores, cargaban siempre un pañuelo que
ostentaban para sacar de apuros a las mujeres bien fuera a la hora en que el
llanto las sorprendía en público, o bien fuera con las comidas o
cualquier tipo de accidente en donde un pañuelo parecía resolverlo todo. Los
hombres de entonces eran galanes y eso nada más los hacía diferentes de
nosotras, pues los revestía de un poder que tuvieran o no, parecía ser algo
incuestionable. Para mí los hombres eran todopoderosos, seres fuertes cargados con un liderazgo natural que los hacía productivos, ellos cuidaban de las mujeres y de los niños, eran una
suerte de dioses provenientes del mismo vientre del que veníamos las mujeres
pero indudablemente con un toque sagrado. Aprendí siendo una niña que los
hombres debían comer más que nosotras porque eran de más alta estatura, de ahí que las
porciones más grandes en la mesa eran para ellos, a eso le debo no haber
engordado porque aprendí a comer porciones más pequeñas por un asunto de
género, nunca lo vi como una desventaja sino
como una de esas verdades absolutas que dado mi nivel de inconsciencia, saltaban a la
vista.
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