REALITY SHOW

Comprendo que mi mayor grandeza es aceptar mi propia insignificancia.

Después de tres semanas regresé a mi apartamento. Le avisé a las personas que en un principio me habían ofrecido ayuda, que estaba en casa y que ya podían acercarse a visitarme, pero mi anuncio no obtuvo resultados.


Tener una enfermedad que amenaza nuestra vida es como entrar en un reality show. Al principio obtuve un protagonismo del que muchos querían formar parte, incluso completos desconocidos, que ni siquiera tienen redes sociales, pero que aún así, se sentían con derecho a formar parte del reality, después de todo estamos a un primo, o un tío de distancia.

Aparecieron a hurtadillas hasta aquellos que me lapidaron y me bloquearon en redes sociales, pero que se las ingeniaron para saber de mi condición a través de terceros. Supongo que pensaron que iba a morir, para pedir perdón, pero como no sucedió, se mantienen expectantes en las sombras de su ilusorio anonimato, esperando mi último aliento para decir "lo siento". Ignoran que esas disculpas las necesitan ellos, no yo.

Durante mi etapa pre quirúrgica, recibí muchos mensajes: algunos respondiendo a mis necesidades con una proactividad asombrosa, otros con ofrecimientos de ayuda para un futuro cercano, que no ha llegado todavía. También recibí mensajes con teorías sobre  las causas de mi enfermedad, y no faltaron los que me dieron fórmulas infalibles para acabar con el cáncer de raíz. Uno de ellos, se aventuró a recomendarme con una certeza envidiable, tomar clorox, al mejor estilo del "45", al final de su mandato durante la pandemia.

Pero mi Reality show fue bajando de raiting conforme reportaba que estoy a salvo, y que los componentes de drama y peligro le restaban suspenso. Ninguna entrada en mi blog, ha conseguido acercarse al número de visitas que tuvo aquel donde anuncié que tenía cáncer. 

Y es que hay una curiosidad morbosa por el sufrimiento ajeno, hemos adoptado la tragedia del otro como medio de entretenimiento. Las series de Netflix así lo demuestran. El drama del otro nos brinda una cierta superioridad, en ese momento tenemos más suerte, mejores genes, hemos tomado mejores decisiones, como sea, somos mejores que el que protagoniza la tragedia y eso es realmente alentador.

Yo también he tenido ese comportamiento de espectador, alimentando mi curiosidad de algún drama ajeno en primera fila, y haciendo poco por ayudar. En éste orden de ideas, agradezco el privilegio de vivir la mayor cantidad de experiencias en éste cuerpo, que me permite conocer de primera mano, que necesitan realmente y cómo se sienten las personas que por alguna enfermedad están paralizados laboral y socialmente por algún tiempo.

Pero, para mis propios récords, que en realidad es el objetivo de documentar éste proceso, llegar a casa me ha permitido conectarme con mi solitud, y  con las limitaciones propias de quien solo puede funcionar con un solo lado del cuerpo. He tenido la oportunidad de disfrutar de los frutos de haber practicado yoga durante tanto tiempo, y ver que mi lado izquierdo (no dominante) ha conseguido tanta flexibilidad que consigue hacer cosas que pensé eran imposibles de realizar, como alcanzar la mayor parte de mi espalda.
Estoy teniendo unos días tranquilos, enfrentando de manera valiente y serena las crisis de dolor sin analgésicos, y lo más importante, tengo la absoluta certeza que todo lo tortuoso termina "mañana" y aunque ese mañana para mí puede ser en un par de meses o en un año, saber que ésto también pasará, es una promesa que siempre se cumple. 



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