LA CARTA (CUENTOS DE FICCIÓN PARA EL ALMA)

Querida Luz Dary:

Te escribo desde el lugar donde solíamos pasar juntas  tanto tiempo a partir de la década del dos mil, y durante muchos años. Esa enorme masa de agua viva llena de misterios que se nos antojaban imposibles de descifrar, ese océano con  nombre de mujer que respondía a los ciclos lunares con la misma exactitud que responden las hembras, lo que nos hacía dudar si el mar era asexuado, era macho, hembra o simplemente hermafrodita. Le llamábamos Omladeva porque sabíamos que era el nombre espiritual del mar lo que nos hacía suponer con más fuerza que era hembra. En aquel entonces renegábamos cuando la marea subía robándole espacio a la playa y nos dejaba poco espacio para nuestras caminatas, lejos estábamos de imaginarnos que un día no sólo desearíamos que la marea subiera, sino que hubiera marea para que nuestros nietos se deleitaran con sus aguas y jugaran con la arena mojada y conocieran las diferentes texturas de arena que tuvimos la suerte de conocer.

He traído a mis nietos ayer hasta aquí y les he contado de nuestras caminatas, que por supuesto es un cuento de hadas para ellos, la capa que cubre ahora este lugar no es exactamente arena, casi todo esta pavimentado y hay trozos de playa (ahora le llaman edén) que han fabricado con una especie de hierba que es muy escasa en estos lares, pero que dicen que la han importado de un planeta del que aún nadie se atreve a hablar. Mis nietos se quedan con la boca abierta cuando les describo el mar y la playa y me llenan de preguntas al respecto, los tiburones atacando personas en el mar se les antojan como los dragones que salen de los cuentos de hadas, no conciben que aquí debajo de donde nos sentamos a ver como el día se intercambia de rol con la noche hubieran miles de especies marinas y que podíamos bucear y mirarlos de cerca. Siempre me preguntan escépticos, porque no supimos conservarlo, y no sé que responderles, sobre todo a ellos que ahora sienten reverencia por los pocos seres vivos que existen y que valoran la vida como lo más sagrado que hay sobre la faz de esta nueva tierra. Cuando les hablé del cambio climático, pensaron que también era una historia sacada de mi imaginación, y me dio pena arrebatarles el ideal que tienen de sus antepasados, ya sabes con aquello de que el gobierno ha borrado de los libros de historia toda la hecatombe que creamos y la autodestrucción que nos causamos, para “proteger” a nuestras nuevas generaciones.

Este nuevo mundo desde donde te escribo, ha cambiado mucho, pero en esencia no ha cambiado nada, la ambición desmedida por poder y riqueza sigue siendo algo que el hombre moderno no ha conseguido (y creo que tampoco ha querido) borrar de nuestros genes, he sobrevivido a esos genes, conservo los genes de aquellas épocas de playas y de mar, sigo pensando que venimos al mundo a purificar nuestra alma a través de pruebas, que este mundo regido por los cinco sentidos, sólo es un escenario perfecto para interpretar  diferentes roles y que el libreto ya esta escrito.

El lunes pasado me quisieron nombrar directora internacional del programa de autoeducación, pero como no creo en esas absurdas jerarquías me rehusé a ir a la ceremonia que tenían preparada, seguiré abogando porque el ser humano adquiera suficiente responsabilidad sobre si mismo para poderse hacer cargo de su propia educación, y ellos que necesitan títulos y jerarquías  que me llamen como quieran: directora, profesora, o que me llamen por mi nombre ¡Que importa!

Recuerdo cuando teníamos turnos para salir a la calle y tomar aire, el aire puro escaseaba tanto que era de la única manera que parecía que podíamos sobrevivir, en las casas habían válvulas de oxigeno que fluían libremente por la casa, por lo que no teníamos problema con la respiración, pero afuera todo se complicó más con la contaminación y la ruptura de la capa de ozono, eso siempre me recordaba al pico y placa en Colombia, cuando había ya tanto tráfico que no había espacio para tanta gente, lejos estábamos de imaginarnos que sólo era la preparación para aprender a compartir tantas cosas que hemos tenido que compartir aparte del espacio, a través del tiempo.

Recuerdo que fantaseábamos con que los límites de los países se disolvieran, que fuéramos un solo país planetario y que pudiéramos ir a donde nos diera la gana, ahora que eso es posible, no hay mucha forma de hacerlo, los recursos que tenemos para sobrevivir viajando son tan escasos que aunque quisiéramos no podemos hacerlo, de alguna manera es como si hubiéramos regresado a la caverna ¿será posible que siempre estemos condenados a ser el hombre de la caverna? Por allá en la década de los 2000 solíamos decir que parecíamos el hombre de la caverna regidos por patrones de belleza dictados desde la caverna y comportándonos como ignorantes egoístas apropiados de trozos de tierra, éramos hombres modernos con mentalidad de caverna, ahora somos hombres de caverna con mentalidad de hombres modernos.



En los libros de historia reposan los celulares de aquella época y los computadores que nos conectaban con el mundo entero, podíamos hablar hasta con la gente que no conocíamos y pensábamos que lo siguiente sería la tele transportación, y en efecto ahora que eso esta a nuestro alcance, es artículo de lujo, acabamos con tantos recursos naturales que poner los avances científicos que hemos almacenado a nuestro servicio ya no es posible.

No reconocerías el lugar en el que vivo, todo es tan moderno, técnicamente vivimos rodeados de metal y de radiación, y una de las metas común sigue siendo el poder, sobre todo el económico, ya no necesitamos autos ni casas como antes, ahora necesitamos mucho dinero para poder comprar trozos de bosque, de los que quedan muy pocos, es el lujo del siglo, tener un trozo de naturaleza viva donde la radiación no llegue.

Hasta la muerte es diferente ahora ¿recuerdas cuando temíamos a los accidentes de auto? Eso ya no es posible, los autos están diseñados ahora de un metal magnético que se repelen unos a otro cuando se llega a cierta cercanía, cuando la velocidad anula el magnetismo a lo sumo llegan a descontrolarse y quedar el uno en frente del otro. Esto me hace pensar en la inutilidad de tantas almas que donaron su vida en la transición de la movilización y los medios de transporte. En lo que se nos va la vida ahora es en encontrar formas de recuperar el ingrediente natural de los alimentos, en poder multiplicar los bosques que nos quedan y conseguir que la tierra sea lo suficientemente fértil para producir más alimentos. Los vegetarianos concibieron generaciones con menos masa muscular por la falta de proteína animal y ahora nuestras necesidades alimenticias han sufrido variaciones considerables, por eso tememos tanto por los actuales resistentes al consumo de los nutrientes que necesitamos en dosis fabricadas en laboratorio, ya sabemos que todos los extremos son malos, puede ser que en la vida que vivimos no lo notemos, pero serán nuestras generaciones venideras que en ultimas terminamos siendo nosotros mismos, quienes sufren las consecuencias de nuestro pensamiento radical y de nuestras pequeñas revoluciones por hacer del mundo un lugar más perfecto. Siempre tenemos un mundo perfecto, pero no somos capaces de reconocerlo, pareciera que nuestra única misión en la tierra fuera sufrir de una eterna insatisfacción con todo lo que hay en ella, y tratar de corregir lo que la misma naturaleza ha creado con una precisión asombrosa.

Querida Luz Dary espero que hayas leído esta carta a tiempo, para que no tengas que visitar un futuro tan incierto, en tus manos y en la de todos los que están encarnados en el siglo XXI, está el futuro del planeta que eligieron para tener esta experiencia humana.

Con amor tu “yo” del futuro.




Comentarios

Alexandra Vega-Rivera ha dicho que…
hermosa carta, como la premonición de un futuro no tan incierto, me pregunto si la responderás, abrazo.

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