TEMORES AJENOS.

Esta semana me embarqué en mi primer viaje por carretera sola desde que me separé, andaba planeando este viaje hacía un par de meses y buscando compañía con quien hacerlo, sin éxito alguno, cuando la única persona que había aceptado viajar conmigo resultó demasiado involucrada en su trabajo y sin mucho tiempo para acompañarme, confronté mis temores al respecto y decidí asumir el reto de hacerlo sola, para lo cual saqué de mi equipaje de conocimiento todo lo que mi ex me enseñó acerca de como emprender un viaje, desde revisar el auto cuidadosamente hasta incluir un buen repertorio musical para no quedarme dormida mientras conducía. Así fue como incluí en dicho repertorio el CD donde está el tema de mi obra “Llanto a mi misma” que lo había grabado mi ex, y del cual no había escuchado sino el tema musical de la obra. Cuando lo puse a sonar, para mi sorpresa los temas que le seguían eran todas canciones que no eran de mi preferencia sino de la preferencia de él, y fue como viajar otra vez a su lado, desfilaron por mi mente aquellos recuerdos de los muchos viajes que emprendimos por la misma carretera en donde siempre sonaban aquellas canciones, él siempre conducía y yo le daba de comer frutas con mis manos, mientras nos perdíamos en conversaciones que siempre nos conducían a algún lugar y donde podíamos discrepar sin agredirnos mutuamente.

Me sorprendí a mi misma sumergida en miles de recuerdos mientras esbozaba una enorme sonrisa, entonces me pregunté porque no estaba llorando como es usual en quienes son alcanzados por los buenos recuerdos con quienes ya no están en sus vidas, y me respondí que aunque aquellos momentos fueron maravillosos, no quería apropiarme de ellos ni perpetuarlos, porque al hacerlo me cierro la oportunidad de hacer nuevos hallazgos y de disfrutar cosas distintas, entonces regresé a mi presente y me sentí confortable en mi piel, conduciendo sola el auto, escuchando la música de mi ex, y llena de un profundo agradecimiento por lo que fue, pero disfrutando intensamente ese momento, entonces lloré de felicidad, de una emoción que recorría mi cuerpo y caminaba lentamente por todos los poros de mi piel; y me sentí tan feliz de saberme inmersa en lo que tanto temía cuando buscaba compañía para viajar; y verificar que todo lo que temía antes de emprender el viaje existía sólo en mi imaginación porque en la práctica viajar sola me dotaba de un poder y de una autonomía que es difícil conquistar cuando uno escucha tan atentamente sus temores. Saber que había conquistado mis temores al respecto me llenaba de una alegría que hacía el viaje más placentero, busqué en los rincones de mi ser algún temor, pero no lo había, no al menos en aquel momento, estaba demasiado feliz para sentir temor.



El destino final de mi viaje era conocer en persona a uno de mis contactos de facebook, porque hace un tiempo tuve la maravillosa idea de que quiero ir más allá con ellos, que no quiero dejar esas amistades confinadas a una pantalla donde ellos dicen que son lo que no estoy segura que son, que quiero verificar por mi misma que la virtualidad de la amistad puede ser lo mismo que la realidad. Así que al final de mi viaje me esperaba una aventura sobre la que no tenía control, ya que no sabía como terminaría esa aventura, y eso también me dotaba de cierto poder, porque personalmente pienso que el verdadero poder no reside en tener garantías acerca de aquello en lo que nos aventuramos sino en lanzarnos con los brazos y los ojos abiertos y abrazar las nuevas experiencias sin pre-juicios.

Conquistar nuestros temores debería ser una tarea por lo menos mensual en nuestras vidas, hacer una lista de aquellas cosas que tememos porque otros nos han alertado de lo peligrosas que pueden llegar a ser y lanzarnos a verificar por nosotros mismos que tan peligrosas son. En mi experiencia personal he tenido la oportunidad de verificar que la mayoría de mis temores ya conquistados residen en la mentalidad del colectivo y que yo simplemente he decidido adoptarlos como míos, porque una vez me lanzo a su conquista, no sólo verifico que no eran reales, sino que como ganancia adicional salgo más fortalecida, en este sentido me uno a la premisa de la persona que fui a conocer en ese viaje quien me decía “ uno tiene que exponerse a todo para saber como uno va a reaccionar” pero la aventura de conocer a un desconocido es tema que me ocupara en otro artículo, por ahora me gustaría compartir la lista de mis temores conquistados, de aquellos que todo el mundo etiqueta de peligrosos pero que he verificado por mi misma que no tienen mucho de peligrosos.

Hablar con desconocidos

Conducir de noche sola

Ir a bares sola

Cenar en un restaurante sola

Ir a una discoteca sola

Ir de vacaciones sola

Salir con un hombre a quien sólo conozco por Internet (he salidos con tantos que ya olvide la cifra)

Renunciar a un empleo sin tener otro listo

Recibir huéspedes desconocidos en casa.

Denunciar al jefe.

Tomar la iniciativa con un hombre que me gusta

Ser amiga de prostitutas y delincuentes.

Visitar presos en la cárcel

Y una larga lista de etcéteras que no me gasto en este artículo para escribir luego sobre ellos. Me gustaría inspirar al lector a conquistar sus temores y a contarme cuales ha conquistado ya.


Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Que delicia de artículo, me inspiras hasta en lo mas profundo, temores?...Un montón, y ellos saltan a la vista cada dos segundos, cunatos? Muchos como para ser enlistados en este momento, pero me los voy a pensar y te los voy a contar, un abrazo inmenso, el fotografo
Anónimo ha dicho que…
Mi mayor temor era que mi piloto no fuera capaz de dejarlo todo por venir a vivir conmigo en Bogota. Ahora que lo hizo no tengo temores.
Vilma, tu lectora peruana

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