DE PREMIOS TROFEOS Y MEDALLAS.
Nunca he disfrutado los olímpicos, los
torneos de fútbol y todos los eventos de competitividad, alguna vez pensé que
se debía a mi temprana experiencia con este tipo de eventos que eran los
usuales en la cárcel y donde los presos hacían meritos para tener ciertos
privilegios a través de competencias, también porque ganar tenía que ver con
los tediosos partidos de parqués, dominó y ajedrez en que ellos invertían sus
horas, para entonces estos juegos que aparentemente eran los que les hacían
olvidar donde estaban, sólo eran la forma como recordaban que tenían pocas
opciones y que a fuerza de no poder competir en el mundo de la supuesta
libertad se tenían que reducir a un tablero y una mesa.
Y es que las prisiones fueron el escenario
central en que mi niñez se desenvolvió, en aras de mantener vigente el lazo
entre padre e hija mi madre no perdía día de visita para llevarme a ver a mi
padre, de esta manera resultaba inmersa en todas las actividades de los presos
que casi todas giraban en torno a la competitividad y que con frecuencia desencadenaban
pleitos entre ellos. Lo que yo quería eran actividades culturales pero que allá
eran tan pobres que sólo en contadas ocasiones tuve la oportunidad de
participar.
En estos días, me he sentido como
desadaptada social, dado que parece que todo ha girado alrededor de los juegos olímpicos,
en las redes sociales no se habla de otra cosa, la televisión transmite casi
todo el tiempo los eventos, las noticias, las revistas y hasta mi familia están
pegados del evento y yo siento que no soy parte de esa euforia con que todos
ven estos espectáculos. Un amigo de Facebook me dio varias razones por las que
estos eventos son importantes e interesantes, y otra persona me dijo que aunque
no debemos fomentar la competitividad, pues realmente
no es de sabiduría hacer algo por ser mejor que el otro, se trata es de ser
competente, dar lo mejor de cada uno, como decían "ponernos la
camiseta" el atleta entrena para ganar una competencia, pero si no gana
al menos le queda la satisfacción que lo dio todo, en cambio sino entrenó lo
suficiente le queda la duda de que si hubiera entrenado más a lo mejor hubiera
ocupado el primer lugar. Y por más que racionalmente sé que es así, las
competencias no consiguen capturarme, y mucho menos entusiasmarme.
Pero me dice un ex compañero de prisión de
mi padre que no fue mi experiencia con la prisión lo que ha hecho que yo no
disfrute las competencias, ya que desde que empecé a visitar a mi padre sermoneaba
a los presos por invertir el tiempo en competir en vez de usar el tiempo en leer
y escribir, y que la idea de montar una obra de teatro en la penitenciaria de Popayán
a mediados de los setentas, fue de mi padre para complacer mi necesidad de
actividades culturales y que rompieran con la monotonía de mis visitas a la prisión.
Esa información no la tenía, lo que si recuerdo es que fueron meses en que
esperaba con ansiedad las visitas a mi padre porque ensayar la obra me
resultaba mejor que la misma premiere de la obra, y que el día del estreno
trabajamos tanto para llevarla al escenario que no recuerdo haber trabajado
tanto siendo una niña.
El año pasado fui nominada a la mejor poeta
de los premios NPE (Noche de la poesía erótica)
un evento que se realiza cada año en Miami, hice mi campaña para atraer
votantes en medio de mucha diversión y desapegada del resultado, al final gané
el premio, y ese mismo premio me hizo reafirmar lo que pienso de la
competitividad, ganar no significa que se es el mejor, uno gana cuando un
conjunto de circunstancias trabajan a nuestro favor (algunas de ellas cósmicas)
para que ese día en especial uno brille más que otros (ego) pero eso no nos
hace el mejor, y lo supe, porque sé que hay mejores poetas que yo que han
participado en la NPE; y aún así no han recibido ese premio, desde esta premisa
la competitividad puede ser injusta.
Este año estoy nominada ya no una sino dos
veces, una de ellas por poesía de nuevo y otra por caracterizar a Frida Kahlo,
participaré invitando a la gente a votar por mí y convocaré las fuerzas
cósmicas para que me iluminen un día en especial, si gano, sabré que eso no me
hace mejor que los demás, sino que esto es un juego que motiva a muchos a dar
lo mejor de si para el próximo año; y si no gano sabré que de la misma manera
que no soy la mejor, tampoco soy la peor.
Cuando siendo una adolescente desafíe los pronósticos
médicos y de los expertos en deportes y decidí que quería ser patinadora artística,
el entrenador que me habían asignado se obsesionó con la causa cuando se dio
cuenta que las limitantes que todos decían que yo tenía para ser deportista
estaban en la mente de los demás, porque lo que era yo literalmente volaba
sobre aquellas ocho llantas, el quería entrenarme para competencias y yo estoy
segura que hubiera llenado todas sus expectativas, pero nuevamente el panorama
de la competitividad se paseó frente a mi sin ningún atractivo, me bastó con
probarme a mi misma todo lo que era capaz de hacer aunque técnica y
racionalmente todos decían que no era posible, y nunca me he sentido atraída
por demostrárselo a nadie más, menos aún con demostrar que pese a una limitación
física puedo patinar mejor que alguien que no la tiene.
Me parece que durante un entrenamiento
deportivo se fortalecen muchos aspectos de nosotros más importantes que el
hecho de ganar y que personalmente me
hacen sentir mucha más satisfacción personal, como la disciplina, la
concentración, la atención, estar inmersos en el momento presente, el valor y
el respeto del tiempo y el amor por el cuerpo representado en más atenciones de
las que uno le brinda en condiciones normales, para mi todo esto fue el
verdadero patrimonio de aquella época de mi vida, ganar era una meta que no me
reportaba más de lo que ya tenía.
Todo lo que aprendí y experimenté en
aquella época de mi vida aprendiendo a patinar y perfeccionando cada uno de los
movimientos, cambió para siempre mi estructura interna y ha sido suficiente para mi, sobre todo
porque aquella vez verifiqué por primera vez en mi vida que no soy mi cuerpo
sino que una energía me posee y consigue que aquella que realmente soy haga
cosas que alguna vez pensé que este estuche llamado cuerpo no podía hacer. Me
gusta la idea de que mi ego no necesite alimentarse con algunos perdedores para
convivir con mi espíritu en esta experiencia que ambos eligieron vivir a través
de mí.
PD: Al cierre de este artículo me notificaron que tenía una tercera nominación en los premios NPE por mejor obra teatral con “Llanto a mi misma” el monólogo que yo misma escribí y actué.
PD: Al cierre de este artículo me notificaron que tenía una tercera nominación en los premios NPE por mejor obra teatral con “Llanto a mi misma” el monólogo que yo misma escribí y actué.
Comentarios