VENUS EN CASA DOCE.
Me parece que fue ayer que vi aquellos hermosos ojos negros enmarcados
por su ceño fruncido y gruñón por donde caía aquel manojo de mechitas
negras. Como pronóstico de su carácter fuerte mi hija Jessica nació con
sus líneas de expresión verticales visiblemente marcadas en la frente, como si
estuviera haciendo mala cara, que contrastaban extrañamente con la belleza y la
profundidad de sus enormes ojos negros, aquella noche de su nacimiento me dio
un anticipo de lo que sería su personalidad, lloró toda la noche sin que las enfermeras y menos aún yo, dada mi
inexperiencia, supiéramos el motivo.
Tengo intacto el recuerdo de la primera vez que la vi, me parecía
mentira, incluso llegué a pensar que en cualquier momento aquella masa viva,
enorme y hermosa se quedaría inmóvil y me sacaría del sueño en el que me
hallaba sumergida: la experiencia de ser madre. Pedí que me dejaran a solas con
ella, no quería que nada entorpeciera ese momento de intimidad que sentía que
nos pertenecía sólo a las dos, recuerdo que la desnudé y la revisé completa,
cada brazo, cada mano, cada pierna, cada dedo de sus manos y pies, su tronco,
su rostro pero sobre todo cada movimiento de sus articulaciones, quería estar
segura que no vendría con el mismo defecto de fábrica mío, egoístamente no quería
tener que pasar a través de ella por lo mismo que yo había pasado.
Dar a luz un hijo es algo tan maravilloso que no hay lenguaje posible
que pueda recoger esa experiencia, esa sensación que en nada simula ni siquiera
el orgasmo más ansiado. El tiempo se me borró de la vista y me fundí con la
eternidad, me parecía ser la única mujer que había sido elegida con el premio
de la maternidad, me sentía afortunada de tener un útero y una materia prima
tan óptima para lograr una obra de arte tan perfecta. Evocar aquellos momentos
es una experiencia que me induzco a menudo para salir de los malos momentos por
el placer que me proporciona. Uno realmente se reconcilia con la vida y con
todo lo que ella contiene tras el ritual sacro y sublime de dar a luz.
Jessy fue concebida en medio de un fuego pasional maravilloso con un
hombre del que hablo poco, pero que reviste una importancia enorme en mi vida
porque me dio el mejor regalo que un hombre le pueda dar a una mujer. Aunque mi
vida con su padre tuvo desencuentros, todos ellos pierden fuerza cada que la
miro a mi lado y soy testigo de cómo su aliento se transforma en el nombre con
que ella me ha bautizado “mami” para ella no tengo otro nombre más que ese.
Ella no lo sabe pero cada vez que cumple años literalmente celebro su vida y me
lleno de agradecimiento por haberla tenido conmigo un año más. Ella ha poblado
mi mundo con dos nietos maravillosos que me han dado más motivos para querer
permanecer encarnada, que consiguen que incluso en aquellos días en que me he
sentido agotada y vencida por la vida, se me olvide todo y pueda simplemente
mirarme en sus ojos y ver la vida florecer a través de ellos. Ella me está
dando la familia que nunca tuve y que siempre quise, irónicamente la que yo
nunca le di a ella, porque el hogar que tuvimos fue un hogar bastante singular.
Ella ha sido testigo de la yo misma que soy sin querer intervenir en ello, me
acepta como soy e intuyo que a veces eso le produce cierto orgullo.
Hoy celebro la primera vuelta de saturno en su vida. Feliz cumpleaños
princesa, sabes que aunque tu Venus esté en casa doce, has sido de hecho muy
amada, y que cuando te cuesta creerlo debes recordar que es un aspecto
astrológico que tiene un mensaje que sólo tu podrás descifrar, porque los
astros inclinan pero no obligan.
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