EL MANUAL DEL ESPEJO.
Sigo
afirmando que Facebook es un excelente laboratorio para aprender sobre
relaciones interpersonales, y lo pude verificar la semana pasada cuando vi al
demonio por cuenta de un sinsabor que tuve con uno de mis contactos, que además
ha sido una amiga personal y quien se
expresó públicamente mal de mi y de mi blog, mi primer instinto fue el que le
acude a todos, borrarla de mi lista y bloquearla para no tener que lidiar más
con la situación. Pero después comprendí que ella sólo era una voluntaria cósmica
que se estaba ofreciendo como espejo para que yo me viera reflejada en aquellas
áreas que están en mi punto ciego y que no consigo ver. Cuanto daríamos por
tener un espejo en el auto que nos muestre el punto ciego y así evitar un
accidente porque no pudimos ver el auto que estaba justo ahí.
Después comprendí
que nuestro impulso por borrar a alguien de nuestra lista en Facebook no es una
medida de seguridad, por cuanto siempre existirá otra persona dispuesta a
servirnos de espejo, sino más bien un deseo que parece que cargamos siempre de
castigar a los demás por aquellas conductas que nos desagradan, lo cual quiere
decir que los culpamos de nuestro malestar, o sea que les otorgamos el poder de
administrar nuestro estado emocional.
Como
necesito el espacio y el tiempo suficiente para aceptar esa imagen
distorsionada de mi misma que ella está reflejando a través de lo que dijo, le escribí
una nota diciéndole como me siento, pero asumiendo que es mi responsabilidad
resolverlo, no de ella, por lo que no quiero disculpas ni perdones, lo que pasó,
pasó como dice la canción y lo importante es lo que yo pueda hacer a mi favor con
lo que pasó, porque si hago algo en contra de ella no estaré siendo proactiva y
a lo mejor no estaré siendo justa. De todas maneras me respondió muy
amorosamente y me dejaba al desnudo muchas cosas de ella que ratificaron mi decisión
de apersonarme de mi malestar y no emprender acciones de venganza ni de
castigo; y mucho menos quedarme con ese guardado sin procesarlo.
Confieso
que uno de mis pecados es escribir lo que me da la gana en este blog, con lo
que seguramente mucha gente se ha sentido mal conmigo, de la misma manera que
no busco que los demás se hagan responsables de mi malestar yo no me hago
responsable de como los demás me leen, pese a que mis artículos son trabajados
a veces hasta semanas antes de publicarlos, en parte por conseguir un buen
lenguaje aunque he de ser sincera que jugar con las frases y con las diferentes
maneras de expresar una idea es uno de los encantos que tiene para mi la
escritura.
A la
hora de escribir procuro poner mi ego a un lado, no me despojo de él, porque
forma parte de mí, y porque sin importar que tanto me despoje de él, no podré
evitar que alguien proyecte su ego
herido sobre mi escrito y me acuse de egocéntrica o de estar siendo permisiva
con mi ego para lucirme públicamente. Los escritores sabemos que nuestras
letras son el mejor espejo donde se mira el lector, y sabemos que muchos
prefieren quebrar el espejo y tratar de herirnos con sus aristas porque no soportan verse al desnudo. No puedo
entonces hacerme responsable por la manera como la gente me lee porque hay
quienes leen y hay quienes saben leer, y porque uno no lee con los ojos físicos
sino con los ojos emocionales y esa tendencia a personalizar lo que leemos es
una condición de la que es muy difícil despojarse.
Esta
misma apreciación fue la que consideré al decidir asumir el malestar que me
produjo lo que ella estaba diciendo sobre todo de mi blog, no quiero quebrar
ese espejo y esa imagen que ella ha puesto a mi consideración para que descubra
algo de mí que desconozco hasta ahora, me atrae la idea de ser yo quien sabe más
de mi misma que los demás, por eso asumo el reto y le reitero mi agradecimiento
por brindarme la oportunidad no sólo de tener esta visión del castigo vs aprendizaje
sino por ser ese espejo donde yo pueda ver la mujer que ella ha sido capaz de
ver en mí; y que yo me he negado a aceptar en mi vida.
Copié lo
que ella escribió sobre mi blog para leerlo diariamente, y me sorprendió como
con el paso de los días me resultaba menos hiriente y más revelador, el espejo
se iba desempañando y yo adquiría un reflejo que me era familiar, ya no el de
ella queriéndome herir, sino el de mi misma cuando he hecho cosas similares a
las que ella estaba haciendo. Retomé la lectura de aquel párrafo de la canción
del niño “aquellos que te aman no pueden ser engañados por los errores que
cometes o las oscuras imágenes que muestras a los demás” esta frase siempre me
llena de poder y en esta ocasión me hizo comprender que rechazarla además era
un falta de amor, y yo quiero amarla, no solo porque haya estado en mi vida
mucho tiempo o porque haya hecho meritos para ganarse mi amor, sino porque amar
nos purifica y nos llena de poder; y aunque desde esta perspectiva el amor (al
igual que el perdón) luce como un acto egoísta, creo que en realidad es un acto
de amor generalizado.
Durante
la conversación que sostuve con ella después acerca de todo esto, me sentí
llena de un poder que me alejaba de toda posibilidad se sentirme lastimada, y sentí
una sensación de amor que pocas veces siento y que hizo que llorara todo el
tiempo de esa emoción que uno reconoce en la composición química de esa
sustancia salina que son las lágrimas.
Celebro
no haber roto ese espejo y celebro la presencia de ella en mi vida, porque me
ha brindado la oportunidad de ser una alquimista emocional una vez más; y por
ayudarme a abrazar mis sombras.
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Vilma