AMOR LUMEDIANO.
Buscamos en el “otro”, asegurarnos la eternidad, quizá ese sea el mejor
traje que viste el apego, buscamos ser esa persona especial de la que el otro no
tenga que despedirse nunca, otro espejismo más, algún día tendremos que
despedirnos hasta de nosotros mismos, o al menos de ese que pensamos que somos
nosotros mismos, de este cuerpo al que le adjudicamos todo cuanto somos.
Todas estas ideas desfilan ante mí, mientras lo escucho hablar de sus
logros sexuales con bellas mujeres que él describe como sacadas de las páginas
de playboy, lo miro sonreída, poseída por un deleite que le es desconocido, no
sé si es él quien consigue que hablar de otras no constituya una amenaza
natural a mi supervivencia en su vida afectiva y sexual, o si soy yo quien lo
he conseguido, hay muchos logros en mí que ya no sé de quien son mérito, o de
pronto si lo sé… Cada mujer que lo tiene a él (o a su cuerpo) quiere su
exclusividad sexual y afectiva, yo no sé que es lo que quiero de él, supongo
que lo que tengo, y cuando lo tengo, cuando no lo tengo no consigo sufrir por ello, aunque él quisiera verme llorando cada
vez que hace feliz a otra mujer, pero no tengo mucho talento para el
sufrimiento, menos aún para este tipo de sufrimiento. No consigo comprender
porque debo ser infeliz cuando una mujer es satisfecha sexualmente como lo he
sido yo ¿Acaso el hecho de que ella lo sea me roba la satisfacción que ya he
obtenido? O ¿Me quita algo como mujer, como persona como amante? En fin no seré
yo quien transforme la mente de los amantes y menos aun quien les robe el
elixir de su felicidad que sigue siendo esa incertidumbre que los tortura pero
que los excita; y esa guerra de poderes energéticos en donde el uno tiende a
tomar más energía que el otro porque sienten que eso les da poder.
He comprendido que sobrevivimos a los mares agitados, al maremoto emocional
que a veces nos sacude, sobrevivimos a los amores perdidos, imposibles,
ingratos y crueles, sobrevivimos al enemigo que somos para nosotros mismos
cuando desde el recinto de nuestros pensamientos nos agredimos, sobrevivimos a
la indiferencia social, a la sociedad de consumo, a la tiranía de la estética y
la forma, sobrevivimos a todo, aunque mientras estamos inmersos en nuestras
luchas no nos percatamos de lo fuertes que somos y de que siempre sobrevivimos
a todo.
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