DEFORESTACIÓN VAGINAL
La gran pregunta que enfrentamos las
mujeres en este momento, es si usar o no vello púbico, con lo cual la
conversación de conquista podría estar cambiando de acuerdo a los nuevos
tiempos, antes las primeras preguntas que le hacía a uno el galán, eran
“¿estudias o trabajas?” ahora serían “¿Peluda o rasurada?” a juzgar por la simpatía que sienten actualmente
los hombres por una vagina sin nada de vello.
Una chica en Facebook se pronunció con un
enunciado muy bien respaldado ya que sus argumentos me parecieron buenos, entre
otras cosas decía que al parecer una de las razones por las que los hombres
gustan de una vagina libre de vello púbico es porque se les antoja una vagina
púber, lo cual me dejó pensando en que con esta práctica sin saberlo estamos
alimentando la pornografía infantil, lo cual nos hace pactar con la doble moral
al respecto, porque por un lado condenamos la pasión que los hombres sienten
por las jovencitas que no llegan a veces siquiera a los doce años, pero por
otro lado estamos tratando de imitarlas para vendernos mejor.
La totalidad de los hombres que opinaron
estaban a favor de la deforestación vaginal, incluso aquellos señores que
debieron empezar su actividad sexual por allá en la década de los cincuenta, aunque
no me imagino a las mujeres de entonces armadas de navajas de afeitar poniendo
en riesgo su sagrada intimidad para agradar al señor en mención. En aquel entonces eso era a oscuras por lo que los adoradores del vello púbico disfrutaban al tener que enfrentar tantas dificultades para adentrarse en esa selva espesa de vellosidades que los separaba de un trozo de
cielo orgásmico. Conociendo la naturaleza masculina y su deleite por lo difícil ésto les debió incrementar la
líbido.
Me pregunto si los señores
septenarios y octogenarios que son actualmente afectos a una vagina sin vello alguno,
fueron abstemios en su juventud, o acaso saciaron sus apetitos con las nalgas suaves
y lampiñas de algún rozagante jovencito, o simplemente militaban en las selvas
femeninas completamente pobladas, muy a su pesar, porque la carne dictaba y hacían
de tripas corazón, se santiguaban; y a lo hecho pecho.
Yo no estoy a favor ni de lo uno ni de lo otro,
he estado en ambos bandos, una cosa si es cierta, no es cómodo andar con la
vagina pelada, los vellos están allí por una razón, que se llama protección,
puede ser limpio, puede ser excitante para ellos, y cómodo porque encuentran el
blanco rápidamente. Para nosotras el proceso es molesto en todas las versiones
llámese cera, rastrillos de afeitar o la$er (si, con signo pe$o$ porque eso
cue$ta) es tortuoso hacerlo por una misma y peor aún exponerse a que otros lo hagan.
Foto de www.desnudosartisticos.com.ar |
Por eso me llamó la atención que los
argumentos de los señores todos estaban respaldados con la palabra comodidad, a
lo cual les dije que si a comodidad vamos entonces yo optaría por un hombre sin
testículos porque a mí me estorban, y me remonté con mi imaginación a esa
extensión de piel que cubre una especie de tumoración cuyos tamaños oscilan caprichosamente
de acuerdo a la memoria genética del individuo y que ellos tienen en tan mala
ubicación, a mí me resulta tan incómodo a la hora de practicar el sexo oral,
uno termina encartado con esos obstáculos sin saber que hacer con ellos porque
entre otras cosas las sensaciones que se supone que les generan nuestros estímulos
varían de acuerdo a los gustos y la sensibilidad del portador. Eso sin
mencionar que a veces tienen unas formas que resultan tan simpáticas que producen
más risa que placer, lo cual puede atentar contra nuestra líbido.
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No obstante hemos aceptado pasivamente a
ese par de artefactos acompañando el tesoro qu promete lanzarnos a la luna
y devolvernos en estado de nirvana a la tierra, todo por una buena causa: el orgasmo.
Pero y entonces ¿debe la mujer seguir
cargando con el estigma del sacrificio a merced de la comodidad del macho? me
dejó muy reflexiva este foro, por muchas razones, pero sobre todo por la más
importante de todas, a que tipo de hombre queremos atraer entonces a nuestro
cuerpo, a un adorador de vaginas púberes que seguramente estará fantaseando con
una vagina suave y virginal mientras nos hace el amor? O ¿A un hombre que goza
de toda la aceptación de la mujer, y que ha viajado por diferentes geografías, que
es todo un experto explorador todo terreno y sibarita, que goza intensamente
con la diversidad de la fauna femenina; y que nos hace el amor apoderado de ese
eterno presente? A mí me llama más la atención el segundo grupo.
Y aunque no pretendo que todas las mujeres
anden peludas por el mundo, mi reflexión es más a cuestionar de que manera
abordamos el sexo las mujeres. ¿de acuerdo a los dictámenes y la comodidad de
ellos, o de ambos? pues uno escucha a muchas mujeres decepcionadas culpando a
los hombres de su pobre vida sexual, pero curiosamente son las mismas que no
eligen, sino que son elegidas, y en las artes amatorias se necesita ser
mutuamente elegidos, se requieren acuerdos mutuos, revisar la comodidad
bilateral, porque aunque nos parezca que ceder en algo tan banal como el
uso o desuso del vello público no es importante, les puedo asegurar que la
mujer que cede en cosas pequeñas, cede en las más grandes, y está faltando a su
asertividad no sólo en la relación, sino en otros aspectos de su vida, porque
todo está conectado.
Comentarios
con este aporte quiero decirlo que con bello o sin vello siempre, en cualquier época vamos a encontrar a la mujer hermosa... juan cubillos