UN VIAJE Y UN ADIOS

Querido Luis:

No sé como será estar en tu lugar, pero algún día lo sabré, siempre me imagino ese momento con mucha entrega y paz en mi cuerpo y mi alma, independientemente de que al revisar mi vida me haga muchas preguntas:

Si piensas que te has equivocado muchas veces, no te preocupes, sin esas equivocaciones no habrías aprendido lo que ahora sabes.

Si te preguntas si tu vida ha valido la pena, no sólo ha valido la pena para tí sino para mucha gente que se ha sentido bendecida con tu presencia en su vida.

Si te preocupa que le hayas hecho daño a alguien, no te preocupes, necesitamos que otros nos hagan daño para crecer y evolucionar, sólo fuiste un maestro no elegido concientemente.

Si te preocupa lo que dejas atrás, nada es nuestro, todo es prestado, tu sólo lo estas verificando, los demás vivimos en una falsa ilusión de la propiedad.

Eres bendecido porque fuiste escogido para acompañar a mi tía Ángela y a mi prima Janette estos años, quienes siempre disfrutaron de las comidas que solías preparar. Cuando venían a mi casa, solían hablar de tus comidas y de la dulce compañía que eres para ellas.

Eres bendecido porque se te ha brindado la oportunidad de regresar a casa en la mejor compañía que jamás hubieras soñado tener, porque estas consciente para entregarte y para vivir lo que es este momento de la mejor manera.

Y marcharse de aquí de esta manera, es la mejor forma que tiene Dios de mostrarnos su amor ¿Qué más le podemos pedir a la vida sino que nos revele y nos despeje el camino de regreso en absoluta paz?

Gracias por lo que nos has brindado, gracias por tu luz en esta vida, tus padres no se equivocaron con tu segundo nombre "Ángel".

Cuando le envíe esta carta al tío Luis, lo habían enviado a morir a su casa, ya él sabía que su estadía en esta vida estaba por terminar, y aunque pueda parecer surrealista él fue premiado con la suerte de poder organizar sus cosas antes de irse, de poderse despedir de sus seres queridos y dejar cartas de despedida para los que no estaban en el país. Mi prima Janette me decía con su innata diplomacia que a él le gustaba que lo llamaran por teléfono, era su manera de sugerirme que lo hiciera, pero al margen de que soy poco amiga del teléfono fui cobarde, a sólo dos meses de la muerte de mi madre y cuatro de la de mi padre, me sentía perseguida por esa sombra de la que pasamos huyendo toda la vida llamada muerte.

Decidí viajar para despedirme personalmente de él, pero cuando llegué ya estaba sin conocimiento, dudo que se haya percatado de quien era yo, pero eso ya no era relevante.

El tío Luis permaneció soltero los sesenta y un años que vivió en este planeta, su vida estuvo como la de todos consagrada a ayudar a evolucionar a mucha gente, y esa misión la cumplió hasta el último minuto de su vida.

Durante los seis días que estuvo en agonía, sufrimos por él, nos apenaba su situación, pensabamos que el sufría pero creo que no era así, eso fue hasta que comprendimos que su prolongada estancia aquí no tenía que ver con él, sino con nosotros, porque nos quedaba algo que aprender como grupo familiar. Durante esos días todos estábamos juntos en la misma casa, pero no conseguíamos ponernos de acuerdo a veces en cosas triviales y la intolerancia hizo gala en todo su esplendor, causada seguramente por el estrés de la situación, estábamos juntos, pero no unidos, fue mágico como al comprenderlo y corregir nuestra conducta, tornándonos más cuidadosos de como nos comunicábamos, el tío Luis finalmente partió de este mundo, dejándonos con esa gran lección de convivencia, que en lo personal me tocó profundamente.

Donde quiera que él esté, estoy segura que tiene la paz que sólo otorga la misión cumplida.

Comentarios

J ha dicho que…
Gracias primis por acompañarnos en los ultimos dias del tio con nosotros. Nosotros le leimos tu carta a el cuando todavia estaba consiente y le gusto mucho. Besos, Janette

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