CARTA ABIERTA A LAS MADRES.
Una madre llevaba orgullosa en un coche doble a sus dos pequeños hijos quienes se llevaban muy poco tiempo de diferencia, una mujer se detuvo a contemplarlos y enternecida le dijo “que hermosos sus hijos ¿Qué edad tienen?” y la madre le respondió “el abogado tiene dos años y el médico tres meses”
Y concluye Antony de Mello en este cuento que los padres son sutilmente los primeros y peores enemigos que llegamos a tener.
Hoy no escribiré sobre el papel rosa y abnegado del rol materno, de eso estamos llenos, basta con que ponga la palabra madre en algún buscador de Internet y tendrá acceso a toda la información rosa sobre las madres, hoy quiero hablar sobre nuestras sombras, sobre esos aspectos que llenan las salas de los sicólogos y los sicoterapeutas, y de las que no nos atrevemos a hablar por fuera del ámbito terapéutico porque estamos adheridos al cuarto mandamiento.
Hablaré de esa batalla que muchos hijos jamás ganarán, sobre todo los que fueron educados para ser productivos por el “bien” de ellos, por su “buen futuro” y una cantidad más de razones de peso que sobrecargan de expectativas a los hijos. De alguna manera muchas madres le pasan cuenta de cobro a los hijos por los dolores de parto, no me abran esos ojos, que uno las escucha decir “con lo que yo me sacrifiqué para sacarlo adelante y como me paga” como si los hijos hubieran sido el capital que invirtieron en este mundo para garantizarles el futuro. Hay una eterna insatisfacción en muchas madres, sin importar que hagan los hijos para que ellas se sientan orgullosas o cuando menos agradadas con ellos, no lo consiguen. Si los hijos son Bohemios las madres quieren que sean banqueros, si son banqueros preferirían que fueran más bohemios para que les dedicaran más tiempo, pero en todo eso hay un sentido de apropiación de los hijos que los asfixia y que mina la relación entre madres e hijos.
Las hijas son educadas básicamente para la satisfacción de un macho adinerado que les de seguridad económica no sólo a ellas sino a la mayor cantidad de miembros de la familia posible, a cambio de un tesoro sexual que entre otras cosas ya esta bastante competido en el mercado. Los hijos son educados para ser políticos, diplomáticos, ejecutivos, empresarios, o cualquier suerte de ladrón bien vestido que no de muestras de que el dinero con el que le está dando seguridad a su madrecita, es de dudosa procedencia o ha sido arrancado del bolsillo de otros.
Muchos llegan a los cuarenta y hacen un recuento de cuando sus madres han sido felices gracias a ellos, y prefieren no tener memoria, esa insatisfacción maternal parece algo genético, una condición especial con la que tenemos que ser dotadas las madres para poder parir hijos, no importa que tantas piruetas hagan ellos para satisfacernos, nos las arreglamos para ser infelices gracias a lo que ellos dejan de hacer.
No tengo intención de arruinarle el día de la madre, a mi este día me hace reflexionar sobre mi rol materno, por eso les comparto esta carta abierta a la madre que yo misma he escrito, que es más un tratado de respeto por los hijos y un reconocimiento de que ellos no nos pertenecen.
CARTA ABIERTA A LAS MADRES
Querida madre soy un ser humano como tú, con virtudes y debilidades que necesito que comprendas. Con tu ayuda nuestra vida diaria será de gran calidad y nos motivaremos mutuamente hacia la evolución de nuestra alma en el tránsito por este planeta.
1. No me grites, la gente grita cuando sus corazones están muy lejos, no permitamos que los nuestros se alejen.
2. No te pongas de mal genio y uses tu mala expresión facial como drama de control cuando te llamo al dialogo o me acerco.
3. Si me prometes colaboración o apoyo, por favor cúmplelo con exactitud, o avísame que no podrás.
4. No me digas que haga algo que tú no haces. Recuerda que el ejemplo tiene más arrastre que el discurso.
5. No me digas que nos amas a todos por igual para destacar todo el tiempo a tu hijo favorito. A lo mejor estoy preparado para saber que tienes tus preferencias.
6. Sé una buena "compañera". El diario vivir nos obliga a la amistad estrecha, así como al compañerismo.
7. Si digo o hago algo que no te gusta ¡Dímelo! Acepto que me expreses tu opinión directamente y con naturalidad.
8. Acepta que te diga lo que no está bien contigo, ser madre no te hace perfecta.
9. Si no tenemos las mismas creencias religiosas, políticas o filosóficas respétalo no haciéndome sentir culpable por ello.
10. No me declares la guerra fría. Si no quieres comunicarte en un determinado momento, se amorosa para expresarlo, y yo lo acepto.
11. Hazme "Críticas constructivas" o mejor comentarios que me ayuden a ser mejor. El sarcasmo, la cólera y la ridiculización sólo contribuyen a fomentar situaciones violentas que después lamentaremos.
12. Escucha con calma lo que tengo que decir sin apresurarte a responder, sin interrumpirme y sin prevenciones eso te dará más objetividad para responderme.
13. No te pongas a la defensiva, sobre todo si no hay nada que defender, sólo entiende mis miedos y míralos sin que te amenacen.
14. Evita la frase “te lo dije” en momentos de crisis, en ese momento lo único que necesito es que me abraces.
15. Dime primero los halagos y después las críticas, con ello me regalas más sentido de valoración.
16. Lleva un diario para escribir lo que tengas que decir de mi en vez de comentarlo con la gente, así me ayudas a ser valorado y respetado por los demás.
17. Respeta mi forma de ser, en vez de juzgarme por alguna conducta mía, pregúntame que la está produciendo.
18. Déjame equivocarme, quiero aprender a corregir mis errores.
19. Por último la familia es un lazo que se renueva constantemente con el capital humano que estamos dispuestos a invertir en ella, por lo tanto soy libre de capitalizarme en otro lugar si mi hogar base no trabaja en beneficio de mi evolución.
Y concluye Antony de Mello en este cuento que los padres son sutilmente los primeros y peores enemigos que llegamos a tener.
Hoy no escribiré sobre el papel rosa y abnegado del rol materno, de eso estamos llenos, basta con que ponga la palabra madre en algún buscador de Internet y tendrá acceso a toda la información rosa sobre las madres, hoy quiero hablar sobre nuestras sombras, sobre esos aspectos que llenan las salas de los sicólogos y los sicoterapeutas, y de las que no nos atrevemos a hablar por fuera del ámbito terapéutico porque estamos adheridos al cuarto mandamiento.
Hablaré de esa batalla que muchos hijos jamás ganarán, sobre todo los que fueron educados para ser productivos por el “bien” de ellos, por su “buen futuro” y una cantidad más de razones de peso que sobrecargan de expectativas a los hijos. De alguna manera muchas madres le pasan cuenta de cobro a los hijos por los dolores de parto, no me abran esos ojos, que uno las escucha decir “con lo que yo me sacrifiqué para sacarlo adelante y como me paga” como si los hijos hubieran sido el capital que invirtieron en este mundo para garantizarles el futuro. Hay una eterna insatisfacción en muchas madres, sin importar que hagan los hijos para que ellas se sientan orgullosas o cuando menos agradadas con ellos, no lo consiguen. Si los hijos son Bohemios las madres quieren que sean banqueros, si son banqueros preferirían que fueran más bohemios para que les dedicaran más tiempo, pero en todo eso hay un sentido de apropiación de los hijos que los asfixia y que mina la relación entre madres e hijos.
Las hijas son educadas básicamente para la satisfacción de un macho adinerado que les de seguridad económica no sólo a ellas sino a la mayor cantidad de miembros de la familia posible, a cambio de un tesoro sexual que entre otras cosas ya esta bastante competido en el mercado. Los hijos son educados para ser políticos, diplomáticos, ejecutivos, empresarios, o cualquier suerte de ladrón bien vestido que no de muestras de que el dinero con el que le está dando seguridad a su madrecita, es de dudosa procedencia o ha sido arrancado del bolsillo de otros.
Muchos llegan a los cuarenta y hacen un recuento de cuando sus madres han sido felices gracias a ellos, y prefieren no tener memoria, esa insatisfacción maternal parece algo genético, una condición especial con la que tenemos que ser dotadas las madres para poder parir hijos, no importa que tantas piruetas hagan ellos para satisfacernos, nos las arreglamos para ser infelices gracias a lo que ellos dejan de hacer.
No tengo intención de arruinarle el día de la madre, a mi este día me hace reflexionar sobre mi rol materno, por eso les comparto esta carta abierta a la madre que yo misma he escrito, que es más un tratado de respeto por los hijos y un reconocimiento de que ellos no nos pertenecen.
CARTA ABIERTA A LAS MADRES
Querida madre soy un ser humano como tú, con virtudes y debilidades que necesito que comprendas. Con tu ayuda nuestra vida diaria será de gran calidad y nos motivaremos mutuamente hacia la evolución de nuestra alma en el tránsito por este planeta.
1. No me grites, la gente grita cuando sus corazones están muy lejos, no permitamos que los nuestros se alejen.
2. No te pongas de mal genio y uses tu mala expresión facial como drama de control cuando te llamo al dialogo o me acerco.
3. Si me prometes colaboración o apoyo, por favor cúmplelo con exactitud, o avísame que no podrás.
4. No me digas que haga algo que tú no haces. Recuerda que el ejemplo tiene más arrastre que el discurso.
5. No me digas que nos amas a todos por igual para destacar todo el tiempo a tu hijo favorito. A lo mejor estoy preparado para saber que tienes tus preferencias.
6. Sé una buena "compañera". El diario vivir nos obliga a la amistad estrecha, así como al compañerismo.
7. Si digo o hago algo que no te gusta ¡Dímelo! Acepto que me expreses tu opinión directamente y con naturalidad.
8. Acepta que te diga lo que no está bien contigo, ser madre no te hace perfecta.
9. Si no tenemos las mismas creencias religiosas, políticas o filosóficas respétalo no haciéndome sentir culpable por ello.
10. No me declares la guerra fría. Si no quieres comunicarte en un determinado momento, se amorosa para expresarlo, y yo lo acepto.
11. Hazme "Críticas constructivas" o mejor comentarios que me ayuden a ser mejor. El sarcasmo, la cólera y la ridiculización sólo contribuyen a fomentar situaciones violentas que después lamentaremos.
12. Escucha con calma lo que tengo que decir sin apresurarte a responder, sin interrumpirme y sin prevenciones eso te dará más objetividad para responderme.
13. No te pongas a la defensiva, sobre todo si no hay nada que defender, sólo entiende mis miedos y míralos sin que te amenacen.
14. Evita la frase “te lo dije” en momentos de crisis, en ese momento lo único que necesito es que me abraces.
15. Dime primero los halagos y después las críticas, con ello me regalas más sentido de valoración.
16. Lleva un diario para escribir lo que tengas que decir de mi en vez de comentarlo con la gente, así me ayudas a ser valorado y respetado por los demás.
17. Respeta mi forma de ser, en vez de juzgarme por alguna conducta mía, pregúntame que la está produciendo.
18. Déjame equivocarme, quiero aprender a corregir mis errores.
19. Por último la familia es un lazo que se renueva constantemente con el capital humano que estamos dispuestos a invertir en ella, por lo tanto soy libre de capitalizarme en otro lugar si mi hogar base no trabaja en beneficio de mi evolución.
Comentarios
Que bien que muchas mujeres sean madres, pero sería maravilloso que realmente lo hicieran a conciencia, con ese infinito amor que conlleva una responsabilidad tan especial y sobretodo ojala y supieran elegir un verdadero compañero que de no estar con ella en algún momento sea un aporte positivo para ese maravilloso regalo que es la vida de un hijo.
Hay que dejar de improvisar, ser madre o padre es algo maravilloso que se lleva toooooodaaaaaaaa la vida.
El fotografo, ah a proposito, no soy madre, ni padre, pero si docente y la verdad ......es preocupante la forma en la que estamos haciendo el trabajo de formación con nuestra nueva generación
Esta carta abierta esta muy hermosa. Me llevo a pensar y a mirarme muy hacia dentro de mi alma. El ser "Progenitor" es la optima "oportunidad" de crecimiento que cualquier ser humano pueda tener.Esta hermosa vivencia nos conduce a vernos a nosotros mismos reflejados en nuestros hijos. Tenemos dos opciones lo reconocemos y crecemos o lo dejamos de lado y seguimos inmersos y centrados en nuestros propios mundos.
Un abrazo Super-Abuela Lulu
Clemencia Huertas