EL ARTE DE ENSEÑAR.

Conocí a Dunia poco antes de mi cumpleaños número veintiocho, ella fue el regalo que Saturno me dejó. Las dos estábamos tomando un curso de maquillaje, aunque ninguna de las dos hemos estado muy interesadas en el asunto lo suficiente para dedicarnos a ello. Ahora puedo ver en ese acontecimiento una cita cósmica que las dos teníamos que cumplir para que nuestros caminos se juntaran, no creo que mi presencia en su vida haya creado el impacto que la presencia de ella ha creado en la mía, ella ha sido mi MAESTRA, antes que mi amiga, y que mi confidente. De ella he aprendido las cosas más importantes y vitales para mi evolución  personal. Puedo decir que mi vida se dividió en dos el día que la dejé entrar en mi vida. Mi vida después de Dunia nunca fue la misma.

Ella invadió mi vida de conocimiento, cada encuentro con ella era lo más cercano a un diccionario exótico de palabras bellas, místicas y profundas de las que sólo ella conocía su significado. Ella además era la primera persona vegetariana y la primera actriz de televisión que conocía en vivo y en directo. También era la primera mujer separada que vivía sola con sus dos hijas en un apartamento en la ciudad, sin la protección de un hombre. Todo esto la convirtió en el primer modelo de mujer a seguir que llamaba poderosamente mi atención.

Dunia fue la primera persona que conocí que tenía la suficiente fuerza para ser ella misma, y para trabajar solamente en lo que ella quería, estaba cerca de los cuarenta y ya había tomado la decisión de mecatiarse, como ella decía, el resto de su vida. Lucía como una mujer feliz, de una imperturbabilidad envidiable, profesional en todo lo que emprendía, que sentía profundo respeto por la vida de todos a su alrededor. Yo quería ser como ella, quería tener todo el conocimiento que ella tenía, y quería vivir la vida de la manera que ella la vivía.

Ella aceptó de manera tácita ser mi maestra, sin que yo se lo propusiera, la seguí fielmente en todas sus enseñanzas y de ese compartir intenso nació una amistad hermosa que se ha conservado a través de los años.

Dunia me preparó para ser conferencista y oradora, con la paciencia y el amor que sólo una maestra como ella fue capaz, asertiva como ninguna en sus críticas, no recuerdo jamás una sola frase ridiculizadora para corregirme y para llenarme de deseos de mejorar. Delegaba en mi funciones que ella podía hacer, que me llenaban de confianza para avanzar,  muchas veces compartió conmigo sus contratos laborales sin que su nivel profesional se sintiera amenazado por una nueva aprendiz, sin que la avaricia la invadiera  y sin la más mínima desconfianza. De ella aprendí en aquel entonces de la productividad del DAR. La mayoría de sus enseñanzas me fueron trasmitidas desde su poderoso ejemplo que gritaba más que sus palabras.

Dunia en su elemento
Indudablemente Dunia había llegado vestida, a veces de Júpiter a mi vida invadiéndome de regalos guiándome y preparándome para dictar conferencias y conformar un gran equipo con ella. Otras veces vestida de Mercurio impulsando mis capacidades de educadora y orientándome a comunicar lo que estaba aprendiendo.

Ella no esta matriculada en ninguna orden espiritual que la avale como una persona con algún grado de esta índole, sin embargo puedo decir que su estilo de vida es absolutamente espiritual. Toma decisiones amparada por la luz de su conciencia antes que por la razón y la conveniencia social o económica.

Como yo, son muchos los alumnos que se han formado con ella en diferentes áreas de la vida, motivadora incansable sólo sabe dar amor y ser ella misma con el único objetivo de mostrarle a quienes la rodean que la felicidad existe detras de todos los muros conceptuales que hay sobre el arte de ser feliz. y que ser feliz radica simplemente en tomar la decisión de serlo a través del diseño de una identidad propia que no debe estar sujeta a nada ni a nadie.

El mundo con su diversidad seguirá cambiando, seguirán existiendo equivocaciones, nunca el mundo fuera de nosotros cambiara para garantizarnos felicidad, el único mundo que puede cambiar y convertirse en un terreno de eterna felicidad es el mundo interior nuestro.

Tardé algunos años en aprender a incorporar esto a mi práctica gracias a que  ella me lo enseñó, esta es una lección en la que muy pocos consideran invertir años para aprenderla y sin embargo es la mejor lección de vida que podemos aprender, aquella que nos libera de la prisión de nuestras ideas acerca de lo que significa ser felices.

A ella quiero rendirle homenaje en el mes de los maestros, por haber sido y por seguir siendo, terreno fértil donde florecen los espíritus que ella abona.

Dunia y yo

Comentarios

Unknown ha dicho que…
Gracias Luz Dary por apreciar las razones por la que tantas personas admiramos lo valiosa que ella es. Estoy muy orgullosa de ser su hija. Gracias gracias, gracias!!!

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