DEL LLANTO AL CANTO.

Antes de marcharme a Colombia presenté mi monólogo para un público totalmente desconocido para mí, ya que la promoción del evento no la hice yo sino otra persona, me sentí muy bien sabiendo que personas que no tienen referencias de mi estaban allí para verme. Aunque las luces no lo dejan a uno ver al público, pude ver algunos rostros, como el de un hombre joven al que ya había visto alguna vez como presentador de otro evento, quien lucía capturado por la obra, después entre las penumbras se dibujaron algunos rostros femeninos que más que escucharme parecían que se habían transportado hasta el tiempo y el momento del personaje que yo estaba dibujando a través del monólogo.


Una bella actriz de televisión que estaba allí, entró en el camerino y me dijo que ella también tenía su propio “Llanto a si misma” y que a pesar de que se desenvolvía en un medio donde la belleza física era de alguna manera un prerrequisito para trabajar, ella pensaba que no se haría ninguna cirugía sólo para reivindicar a la mujer de la cotidianidad, la que convive con las estrías, la celulitis, los bananitos en la cintura o con cualquier otro “defecto” que la estética dictamina que está mal y busca corregir a toda costa.

Cuando estaba metiendo mis cosas en el baúl del auto, varias mujeres me alcanzaron para felicitarme por la obra, me compartieron sus “Llantos a si mismas”. Una de ellas me hizo un brillante resumen de su “Llanto a si misma” tenía unos enormes y hermosos ojos verdes, enmarcados en unas bellas facciones y aunque era una mujer de unos 60 años, le brillaron los ojos cuando dijo “mira en lo que esta mujer fea se ha convertido!” y caminó por una línea imaginaria de pavimento como quien está modelando. Se sentía orgullosa de la mujer en la que se había convertido y sobre todo había decidido no dejarse meter en los moldes conceptuales de belleza y había tomado la decisión de ser bella.

En Bogotá cuatro hombres fueron los encargados de promocionar el monólogo. Fredy mi viejo y fiel amigo encabezó la lista, seguido por Nelson también amigo mío y dos perfectos desconocidos para mí, que confiaron en la opinión de Fredy sobre mí y sobre lo que habían escuchado de la obra.

Fredy el gestor de la obra en Bogota.


A pesar de que llovía insistentemente en Bogotá, Fredy llegó hasta el centro comercial Santafé, completamente mojado para recogerme y llevarme al lugar que habían organizado para que yo presentara el monólogo. Me sentí como una famosa actriz arribando al lugar y siendo atendida por cuatro hombres que se garantizaban cada segundo la comodidad de la estrella de la noche, como si de ello dependiera el éxito o el fracaso de la velada.

Conformaron un equipo envidiable, mantuvieron un cómplice silencio y trabajaron articuladamente durante el proceso de preproducción, me impresionó la ausencia de desacuerdos, el respeto que sentían los unos por la opinión de los otros y la manera tan armónica como se comunicaban para organizar todo sin que ninguno tratara de imponer su deseo a los otros. Ellos quizá no supieron que el ambiente que había allí, estaba favoreciéndome, porque me sentía tan relajada y tan feliz que, como siempre no hubo espacio para el famoso “culillo escénico”.

A pesar de que tengo muchos viejos amigos en Bogotá, curiosamente ellos no fueron mi público, la mayoría de los asistentes fueron nuevos amigos y personas que no conocía, de los cuales bastantes eran amigos de Facebook, personas con quienes he interactuado sólo cibernéticamente y que apostaron por la obra y por mí.

Y al finalizar la presentación una mujer que parecía que se había cargado de más poder del que evidentemente poseía, compartió con el público su propia experiencia de “Llanto a si misma”, lo hizo con destape incluido, ignoro como vivió el público ese momento, pero para mi esa fue la prolongación de mi aplauso, fue un momento tan mágico y emocionante, sobre todo porque pude constatar el efecto secundario de mi obra, mi objetivo principal estaba siendo obtenido, el mensaje había sido transmitido. Ese día verifiqué más que mi obra posiblemente no congregue masas, pero si toca el alma y mueve corazones.

Lista para salir al escenario

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