EXTREMA LOCA.
A veces suelo recibir críticas con su consabido consejo acerca de mejores aproximaciones con el lenguaje para expresar mis ideas, la mayoría de estos consejos son bien recibidos por mí, que me considero una eterna aprendiz, pero cuando esos consejos implican la palabra mediocridad no los recibo, porque no creo en ella, por más que socialmente se nos haya vendido esa palabra como un medio de motivación para “salir adelante” otro dúo de palabras en el que no creo.
He llegado a la conclusión que mediocridad no es hacer las cosas mal hechas, sino que uno es mediocre cuando no llena las expectativas de quienes miden a los demás con un medidor social y que gozan con la competividad y la jerarquización. Uno es mediocre si no es mejor que alguien más, sino es elegible para Nobel de literatura, sino esta a la altura de un concurso o sino posesiona su libro como el best seller del año. Conclusión el mediocre tendrá que cortar la cabeza de otros para verse grande. A eso se reduce la competividad.
De eso hablo mucho con un amigo que es profesor de literatura y que trabaja en educación secundaria en Colombia hace bastante tiempo y quien me contó una historia apasionante, acerca de un hombre cuya ocupación es la de vigilante de barrio de estrato social medio bajo; y a quien en Cali llaman popularmente “guachimán”.
El hombre dedicó sus horas de vigilia nocturna a escribir una novela acerca de los temas con los que el convivía a diario, las crisis cotidianas que seguramente asistía en su profesión, los romances apasionados y los maltratos físicos. El hombre publicó su libro al que llamó “Extrema Loca” con sus propios recursos y lo vendía en las puertas de los colegios en la ciudad de Cali. Todos los errores desde ortográficos hasta gramaticales están a la orden del día en este libro, pero el hombre creía en su obra y así la convirtió en una obra muy vendida, los alumnos de los colegios que eran sus lectores pedían ávidos más libros escritos por él, así nació “Extrema loca 1, 2, 3” y pensamos que ya ha escrito más.
Seguramente que el autor de estos libros jamás tendrá reconocimiento social, ni literario, y no ganará premios (aunque en este mundo todo es posible) pero tiene el mejor regalo que un escritor puede tener: cree en si mismo al punto de publicar lo que escribió, y sobre todo tiene lectores, tiene la satisfacción de haber gozado de la suficiente capacidad de saber como llenar las horas de su calendario que para otros están vacías o llenas con juegos de dominó, parqués y revistas porno.
Muchos piensan que la venta masiva de sus libros sólo exhibe la pobreza cultural de nuestra juventud actual, y es posible que así sea, pero esa es nuestra realidad actual que algún día será historia y que por volverse historia será no sólo importante sino válida.
A mí esta historia me llena de inspiración y desbarata esa idea social de mediocridad, a lo mejor ser mediocre no tiene nada que ver con no escribir bonito y con no tener la cabeza llena de conocimientos al respecto, a lo mejor ser mediocre es sólo un rótulo que nos ponen aquellos que no son capaces de romper sus propios límites y volar, a lo mejor los mediocres vuelan más alto aunque no tengan sino una sola ala.
Mi amigo me permitió grabar su testimonio con la historia de Extrema Loca y de cómo el conoció al autor, también me permitió publicarla, así que les adjunto en dos videos cortos la historia de Extrema loca, la novela más vendida en el mercado de la venta directa.
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Un abrazo, el fotografo