CRÍA CONSUMIDORES Y TENDRÁS QUE COMERTE LA BASURA
El
primer trabajo que tuve en USA fue de niñera de tres niñas de 7, 5 y 4 años
respectivamente, la mujer que me contrató trabajaba en el sector de salud y tenía
una lujosa casa en un exclusivo sector del condado de Broward, a pesar de ser
una casa muy lujosa no daban muchas ganas de estar en ella, pues las
condiciones higiénicas de la casa eran lamentables y el desorden estaba irónicamente
a la orden del día. Ella quiso pagarme para que limpiara su casa, pero no había
dinero que pagara por aquella misión que consideraba debían realizar por lo
menos tres personas, así que llegamos a un acuerdo, yo recogería la ropa que había
regada por toda la casa y luego separaría las prendas por usuarias y la doblaría,
mientras otras dos mujeres que ella contrató limpiaron la casa, labor que les
tomó cerca de dos semanas. Durante mi labor de recolección de ropa, tuve que
sacar muchas prendas que estaban debajo de las camas, algunas completamente
sucias de cosas que no eran gratas a la vista y al olfato y que estaban acompañadas
de trajes completamente nuevos, incluso con la etiqueta de compra. Al final de
mi labor, habían (lo sé porque los conté y lo documenté en mi diario) 67 trajes
nuevos de la señora, que ella había olvidado que había comprado y que rescaté
de todo aquel caos que tenía en su habitación, y 55 vestidos nuevos de sus tres
hijas que también habían olvidado que existían. Como yo estaba recién llegada
de Colombia, donde es absolutamente imposible que a uno se le olvide que tiene
un traje nuevo por ahí empapelado y no lo estrene en los próximos dos meses, yo
estaba entre escandalizada y anonadada con aquella circunstancia. Puse los
trajes nuevos en un armario portátil que ella trajo del garaje y lo puse en su habitación,
pero al lunes siguiente ella había dejado muchas bolsas en su habitación con
ropa nueva que quería que le desempacara y le pusiera en el armario portátil,
cuando le pregunté porque había comprado más ropa si le faltaba por estrenar
esos 67 trajes, me respondió que habían salido de compras el fin de semana “Y
Mrs Luz- se apresuró a decirme- ¿Qué cree usted que hace uno cuando va de
compras?”.
Esta
es la eterna historia del norteamericano promedio, se hacen a un título en lo
posible de algo que sea rentable económicamente, luego se consiguen empleos que
detestan y en los que invierten la mayor parte de su tiempo, como no tienen
tiempo para cocinar ni para comer, comen comida chatarra mientras conducen y así
engordan, luego en los días libres para
compensar el vacío tan grande que tienen y que se hace más y más hondo con el
paso del tiempo, van de compras y se llenan de cosas que luego venden en una venta de garaje
o que terminan donando a la mujer que les arregla el desorden con el
agravante que en mi caso no sabía que hacer con aquellos trajes que eran tres
tallas más grandes que yo.
Pero
el hecho de que este sea el estilo de vida del norteamericano promedio, no
significa que sea el único estilo de vida que se pueda llevar aquí, o que sea
el modelo a seguir, lo mágico de este país es que aquí uno puede vivir como
quiera, y vivir bien, la calidad de vida es posible porque el sistema está diseñado
para que cada uno decida lo que quiere. Yo tengo que agradecerle a esta mujer
para la que trabajé que fue un ejemplo a no seguir y que eso me ayudó a decidir
rápidamente como quería vivir en este país, lo cual me permitió asumir más
responsabilidad con el planeta, porque el consumo masivo tiene un impacto ecológico
que la gente no ha terminado de aceptar y de comprender pero sobre todo pocos
quieren ver esa realidad y actuar en consecuencia porque tenemos asociado
felicidad y realización con tener cada vez más y saber cada vez menos sobre
nosotros.
La
manera como el norteamericano promedio se relaciona con el dinero explica
claramente porque hay no sólo crisis financiera sino tanto desequilibrio social
en el mundo, hay un desprecio por el dinero que se hace evidente en el corto
periodo de vida que tienen las cosas que ellos consumen y la manera como su
dinero representando en útiles e inútiles para vivir termina convertido en basura.
Y aunque a muchos les he mostrado lo poco inteligente que es trabajar más de 40
horas a la semana sacrificando el tiempo de calidad de vida con su familia por
ganar dinero que en menos de un año se ha convertido en basura, lo cierto es
que a una penosa mayoría eso no le importa, por eso cuando otras áreas de sus
vidas están tan afectadas y se quejan ante mi de ello, no estoy muy dispuesta a
consolarlos, están recibiendo del universo lo mismo que dan, esa danza siempre
es de una perfección asombrosa.
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