HASTA LA ÚLTIMA GOTA
La semana pasada entregué por fin las
llaves del buzón del apartamento donde fui tan feliz con mi ex esposo, antes de
hacerlo cerré el ciclo con un ritual personal y al calor de unos vinos y un
filete de salmón evoqué lo que fue ese apartamento, un lugar sencillo y simple
cargado de amor, ambientado sólo por el ronroneo de tres gatos que fueron los
hijos que jamás tuvimos en común, un lugar que nos entregaron amoblado y que
puso a prueba nuestra capacidad de amar, porque aunque no eran los muebles más
bonitos que podíamos tener aprendimos a amarlos profundamente para ser
consecuentes con nuestra filosofía de simplicidad y para no incrementar las toneladas
de basura que el planeta ya tiene que procesar. Nosotros lo llamábamos “nuestro
nichito” y una de las posesiones que tuve que dejar y que me costó soltar fue
nuestra cama, que parecía una cancha de fútbol de lo grande que era, y que ha
sido la cama más cómoda en que he dormido en toda mi vida, cuando me entregaba
a los brazos de aquella cama, realmente me perdía del mundo porque conciliaba
el sueño de una manera profunda y maravillosa. Nuestro apartamento estaba lleno
de espejos, era difícil caminar por algún lugar sin tropezarse con uno mismo
del otro lado entregándonos la verdadera apariencia que teníamos, sin bondad
alguna muchas veces, allí aprendí muchas técnicas de enamoramiento corporal que
me habían enseñado amigos que andaban en esa frecuencia, me iluminé con velas
al desnudo mientras me deleitaba con el cuerpo que para muchos no resultaba atractivo,
pero del que yo me enamoraba cada día más, esa fue una de las más hermosas
herencias que me dejó aquel lugar.
Allí también mi ex esposo compuso algunas
piezas musicales que solía interpretar en un keyboard que teníamos en la sala,
era un ritual deliciosamente obligado cuando la gente venía a cenar a casa, el
concierto de él con sus piezas musicales que el había compuesto algún día
mientras yo cocinaba un plato suculento y tomábamos vino al mismo tiempo,
entonces él preguntaba desde el lugar donde tocaba “como quieres que llamemos
esta pieza mujercita?” y yo alguna vez que estaba encartada con una ensalada de
papa, le dije "ensalada de papa” y ahora él tiene una pieza musical que se
llama así. Cada canción que él compuso allí, tiene una historia y la historia
está contada en cada una de sus notas.
El rincon musical de mi ex |
Después de aquella velada evocando el
apartamento y otras aventuras de familia, fui a ver el apartamento, parqueé el
auto detrás, justo al frente de la ventana de la que fuera nuestra habitación y
le dije adiós a muchas cosas, allí se quedaron muchos momentos que forman parte
de mi historia y a los que les estoy muy agradecida, como el “orgasmo en
botella” un licor que nos inventamos mi amigo Carlos y yo y que bebíamos con
una puntualidad asombrosa asegurando que éramos inmunes a las calorías y que
resultaba cierto porque nunca vimos reflejados en nuestras figuras la carga calórica
tan impresionante que ese licor tenía.
Una botella de champaña grabada con una
marca de metal hermosísima que le regalo un amigo mío a mi ex cuando obtuvo su
licencia de instrumentos, las margaritas hechas a mano, las tardes de domingo
comiendo sushi con vino mientras veíamos una película, una botella de vino que
estaba grabada con mi nombre y unos candelabros bellísimos que ocasionaron una
escena de celos de una mujer, y que después servía como punto de referencia
para muchos chistes.
Pero lo más importante que nos pasó en aquel
apartamento, fue que nuestra capacidad para ser felices pese a las circunstancias,
se hayan encontrado en una unión a la que mucha gente no le apostaba ni un año,
que disfrutamos durante 10 años y que se terminó como se terminan los buenos
vinos, saboreando intensamente hasta la última
gota.Mi rincon literario con gata. |
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Vilma