MUJERES LÍQUIDAS
Las mujeres somos
líquidos evaporados por nuestro fuego y consumidos por los deseos desenfrenados
del otro, aún así nos avergonzamos de nuestros líquidos, usamos protectores de
ropa interior para que nadie se percate de lo que sucede a nuestras propias
espaldas, porque esos líquidos son automáticos, cuando somos presas de una
pasión arrolladora, aparecen sin que concientemente podamos hacer algo para
evitarlo. Estar húmedas es para muchas motivo de vergüenza y cualquier
accidente que delate la presencia de esos líquidos inundándonos de pies a
cabeza es considerado casi que una traición.
¿Quien no ha
tenido un compañero de cama que de solo pensar en él, nos adentramos en un laberinto
de ansiedad que convoca todos nuestros líquidos al centro de nuestro cuerpo
donde se congregan nuestros deseos y desembocan todas nuestras pasiones? ¿Quien
no ha izado inocentemente aquella manchita delatora en la parte de atrás de su
traje, porque hemos pensando que no llevar ropa interior no sólo es sexy sino
que facilita la urgencia por desembarazarnos de una prenda que entre otras
cosas y dadas aquellas circunstancias
siempre está de más?.
La próxima vez que
usted querida lectora se encuentre avergonzada de sus líquidos le diré que lo
disfrute porque el tiempo también evapora esos líquidos, si, así como lo lee,
las mujeres nos vamos secando con el paso del tiempo, y un día tenemos que
inventarnos esos líquidos a fuerza de no poder responder con una lubricación
natural, entonces convocamos la artificial para darle el sí a la pasión y a los
placeres de la carne.
Hace un tiempo
respondí enérgicamente a un escrito de una jovencita en sus treintas que hacía
mofa de las menopáusicas, por nuestro carácter, por nuestra mala disposición
para casi todo en la vida a partir de esa etapa, y aunque saqué a relucir las
ventajas de ser una menopáusica guardé en el cajón de mis letras las
desventajas que no tienen tanto que ver con la manera como nuestro carácter es
presa de alguna metamorfosis y si más bien con enfrentarnos con los cambios
corporales y con la manera como nuestro cuerpo empieza a responder cuando las
hormonas que aparentemente es lo que en realidad somos, un manojo de hormonas,
nos abandonan y nos dejan a merced de nuestra creatividad.
Pero si le
preguntas a una menopáusica como está respondiendo su cuerpo, una significativa
mayoría dirán que nada de eso les está pasando, que nada ha cambiado, al menos
teóricamente, confesaran si mucho los calores corporales y la alteración en su
estado anímico que parece que les avergüenza menos, pero lo que tenga que ver
con su desempeño sexual no lo confiesan ni porque les pongas un detector de
mentiras, al punto que terminas pensando que eres un ser de otro planeta porque
definitivamente tú si estas pasando por una situación menos perfecta, entonces
te quedan dos alternativas: o aprendes a fingir que sigues llena de líquidos,
que tu apetito sexual sigue intacto, que no eres selectiva porque te comes todo
lo que se te atraviesa y que muchas cosas no están empezando a descender, o
enfrentas la realidad y reconoces que algo está pasando y que tienes que actuar
en consecuencia, y lo que es mejor, que ese actuar en consecuencia te puede
abrir las puertas a experiencias insospechadas donde puedes abordar el sexo con
una nueva conciencia que te otorga perspectivas muy interesantes y nuevos
elementos. Pero las mujeres hemos sido entrenadas para fingir tantas cosas,
desde que empezamos a usar zapatos fingimos que no nos molestan los tacones y
que son tan cómodos! Que los jeans ajustados son de lo mas cómodos, que las
fajas son indispensables, que el depilado es un placer y que el orgasmo es un
manojo de gemidos para que el otro nos valore, por eso sufrimos tantas decepciones,
y responsabilizamos a los otros de nuestra insatisfacción sexual.
En mi experiencia
personal se ha tendido un puente maravilloso en torno al sexo, para el cual
tuve que soltar los viejos esquemas en que me estaba moviendo y tuve que dejar
ir experiencias que ya cumplieron su ciclo en mi formación tanto personal como
sexual. Pero una vez perdemos el miedo a entrar en lo que para muchas es un
túnel sin salida, comprendemos que la menopausia sólo es un estado de madurez
donde estamos finalmente listas para vivir la sexualidad sin restricciones, sin
ningún tipo de tabú y lo más importante sin miedo a ser las que somos y a buscar lo que queremos y lo que nos
merecemos, porque transarnos por menos es regresar a la adolescencia.
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