UNA FECHA Y DOS BODAS.
Cuando mi
prima me dijo la fecha de su matrimonio, me pareció increíble que hubiera
elegido por casualidad (pues sé que ella no lo recordaba) la misma fecha en que
yo me casé con mi ex, cuando le recordé que me había casado ese mismo día,
pensando que quizá porque nuestro matrimonio no había sido duradero, ella lo podría
tomar como un mal presagio, me respondió " estupendo, ustedes fueron una
bella pareja y tuvieron una relación muy hermosa" me alegró que ella tuviera la
capacidad de ver el aspecto positivo de las cosas. Así que el día en que le
hicimos su despedida de soltera no dudé en regalarle las copas en las que mi ex
y yo solíamos brindar y las que nunca dejamos usar a nadie más, porque eran un símbolo
de nuestra unión, ya que teníamos una costumbre que adoptamos siendo novios,
que era la de brindar cada viernes a manera de ratificar que seguíamos
comprometidos el uno con el otro, al menos por una semana más.
Este año el 20 de octubre también
fue un sábado, como el día en que me casé, un sábado lluvioso, en que yo me
entregué a los brazos del universo y decidí confiar en toda la gente que me
rodeaba y que eran perfectos desconocidos para mí, en un país que me era extranjero
y donde todos los invitados eran rostros nuevos exceptuando a mi familia de
Orlando que viajaron para acompañarme.
La boda de mi prima tuvo en común
con la mía, que ambas se realizaron a nuestra particular manera, de acuerdo a
las creencias de cada una, la mía fue una boda yoghi y civil, la de ella una
boda católica y bilingüe que nos recordó a todos los allí presentes esa mezcla
intercultural de la que gozamos en este momento. Nuestra familia se abrió paso
en las montañas del nordeste antioqueño en Colombia y se ha expandido por muchos
países.
El padrino de los novios, hizo
gala de su asertividad y su capacidad de síntesis durante el brindis cuando
dijo que conocía poco al novio, pero que le quedaba mucho tiempo para
conocerlo, augurando de esa manera la solidez del vínculo.
Y al final de la fiesta mi
pequeña nieta de 32 meses, y quien había sido la "flower girl" de la
boda, nos sorprendió a todos tratando de consolar a la novia cuando tuvo un
acceso de llanto emotivo, me vi en apuros tratando de explicarle que la gente también
lloraba de felicidad, todos mis esfuerzos fueron infructuosos, me di cuenta de
ello cuando finalmente se lanzó a los brazos de la novia, la besó y le pidió
que no llorara más.
Solamente durante la cena recordé
que ese mismo día, podría estar celebrando 11 años de matrimonio con mi ex, y
lo comenté con mis compañeros de mesa, con la alegría que sigue caracterizando
recordar que una vez estuve unida en matrimonio a un hombre que me ha permitido
ser yo misma en todo el sentido y la extensión de la palabra, pero sobre todo
que me dio la maravillosa oportunidad de poner en práctica no el amor en el que
creo, sino el que he verificado en mi experiencia personal. Recordé que no sólo
tuve un excelente matrimonio, sino un final feliz, porque mientras para unos un
final feliz es que vivieron felices y comieron perdices para nosotros ha sido
saber que los cambios de forma en nuestra interacción no afectan ni el respeto,
ni la profundidad del sentimiento que ha existido siempre entre nosotros.
PD: Me gané el ramo de la
novia.
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