VITALIDAD FEMENINA.
Cuando
los médicos me recomendaron extraerme los ovarios lo pensé dos veces y busqué más
de una opinión al respecto, irónicamente me daba pena despedirme de mi período
menstrual, y uso la palabra irónica, porque la mayoría de las mujeres quisieran
no tenerlo, pero había escuchado a varias amigas cercanas que estaban en el
climaterio, ignorando que lo estaban, quejarse todo el tiempo de su falta de energía,
del cansancio físico del que eran presas tras un día en que apenas si conducían
su auto del trabajo a su casa, me parecía que literalmente eran arrastradas por
inercia en sus actividades diarias y que la vida después de la menopausia no
tenía sentido, si la falta de hormonas era tan deplorable como ellas lo hacían
ver.
Así que
me ilustré mucho al respecto antes de tomar la decisión de hacerme la cirugía, encontré
síntomas en común pero también millones de razones como millones de mujeres
hay, decidí que eso no me pasaría a mí y me lancé confiada al quirófano donde
dejé la parte más importante de mi vitalidad femenina, de acuerdo a mis
creencias de entonces.
En este
momento de mi vida comprendo que es lo que hace la diferencia entre unas
mujeres menopáusica y otras, y definitivamente tiene que ver con las creencias
que adoptamos de lo que es el paso del tiempo y el deterioro del cuerpo
relacionado con la pérdida de energía y de la vitalidad. Yo recuerdo por
ejemplo que cuando mi hija estaba pequeña, la gente solía criticarme por dejar
mi hija al cuidado de mi madre que para entonces tenía unos 63 años, se referían
a ella como una mujer "mayor". Aunque a mí no me parecía que era tan
mayor, debo reconocer que en algún momento cargué con culpabilidad al respecto.
Y es que crecimos escuchando que el retiro es sinónimo de vejez y que las viejas
deben quedar confinadas a tejer en una mecedora viendo la televisión todo el día,
ese es más o menos el concepto de “descanso” que muchos manejan, aunque para mí
es sólo otra manera de vegetar.
Mi madre
no sólo me enseñó con el ejemplo a ser madre sino abuela, ella cumplió
minuciosamente con ambos roles a pesar de ser también trabajadora, fue maestra
de escuela durante casi treinta años, ella fue una educadora de vocación porque
ese rol también lo ejerció a la perfección en su propia casa. Las abuelas de hoy
se pierden de ese rol en todo el sentido y extensión de la palabra, por eso no
me extraña que muchas se mantengan tan cansadas, sin energía y algunas con
dolencias graves. La frase generalizada que uno escucha es “terminé muy cansada
de criar los míos para encargarme de otros” es apenas lógico que si le digo a
la vida que ya estoy cansada, esta me responda mandándome descanso y que mejor
descanso que una cama de enfermo.
Me
siento en este momento de mi vida con una vitalidad asombrosa como de 20 años,
recuperada por completo de mi dolencia en la cadera izquierda, retomando el
ejercicio físico, practicando yoga en la playa cuando el sol apenas está
saliendo, caminando de nuevo mis dos millas en la playa, escribiendo y
cocinando para mis nietos.
Mi madre con mi hija en su feliz rol de abuela. |
Mi nieto
de 10 meses no puede pensar en mi sin imaginar su platillo de lentejas o de
frijoles (sus favoritos) cuando me ve llegar, se le abren los ojos y el
apetito, el mismo me conduce gateando hasta la cocina, no se aparta de mi ni un
sólo segundo mientras cocino, me mira con esos enormes ojos como preguntando
“¿ya está lista la comida?” y saliva, se saborea y finalmente si la comida no
está a tiempo el olor lo llena de impaciencia y se pone a llorar, la situación
ha llegado a tal punto de afinidad culinaria que me tocó ponerle una reja en la
cocina para que no entre, entonces él me espera tras la reja con el mismo
ritual de siempre. Mientras lo miro, es inevitable que piense de que manera
estoy impactando en su vida y en su relación con la comida, él aprenderá a comer
de la casa, esperanzadoramente no comerá comida chatarra, no mientras yo esté
en su vida, pero lo más mágico de todo esto, son las sensaciones que me acuden
en aquellos momentos, que son indescriptibles, y entonces es inevitable que me
pregunte ¿Cómo puede una abuela perderse de este festín?
Hay una
creencia muy generalizada entre las mujeres mayores y es que la energía es un
recurso no renovable que tienen que ahorrar para poderla usar sólo en las
actividades que les gusta, viven en una constante sensación de carencia
energética, que la mayoría de las veces
está más en su imaginación que en la realidad, no comprenden que la energía es un recurso que mientras más se usa, más se
obtiene, mientras más ejercicio hacemos más vitalidad obtenemos, mientras más
nos ocupemos en diferentes actividades mejor funciona nuestro cerebro, no somos
un recipiente energético roto cuya vitalidad se nos escapa al menor esfuerzo,
somos una fuente inagotable de energía y de nosotros depende como la obtenemos
y como la administramos.
Estoy
convencida que moverme en diferentes actividades tanto culturales como
laborales, limpiar la casa, cuidar de
ella, cocinar e intervenir en la educación de mis nietos, tiene todo que ver
con la vitalidad que poseo actualmente, al punto que a veces tengo la sensación
que este mes menstruaré de nuevo…
Mi nieto haciéndome la abuela más feliz de la tierra. |
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