LAS GOLDEN GIRLS
Mi Amiga Ada, tiene más
de sesenta años, su rostro está resaltado por un par de hermosos ojos claros y
unos labios carnosos que debieron despertar muchas pasiones en los hombres, y
que aún ahora hacen suspirar a más de uno, en su metro y medio de estatura esta
mujer contiene un volcán de sensualidad que hace explotar cuando se apodera de algún
escenario, cosa que sucede cada vez con más frecuencia. Ha parado literalmente
el tráfico en la popular calle ocho de Miami a la media noche, cuando después
de un espectáculo un día fuimos a cenar al restaurante Versalles y un par de
hombres que andaban en una camioneta no se resistieron a sus encantos
enfundados en un traje con el cual ella caracterizaba a una diosa africana; y
le pidieron declamar allí mismo una poesía. De nada sirvieron los insultos que
le propinaba la conductora del auto que venía detrás porque Ada no movió ni un centímetro de su cuerpo que no fuera para
hacer trazos sensuales con sus manos, y el chofer del auto pareció no escuchar
las súplicas de la conductora desesperada por pasar y que ya estaba perdiendo
la paciencia.
No importa donde Ada entre,
sólo tiene que encontrar un público amante de la poesía presto a escucharla
para que ella improvise el mejor recital de poesía muy a su estilo particular,
siempre digo que ella se vuelve poema en el escenario, su pasión por la poesía
es contagiosa, como lo es también esa vitalidad sensual de la que es poseedora
y que ya se quisieran para si, otras mujeres mas jóvenes que ella.
Mi amiga Ada |
Y es que últimamente me
he visto rodeada de una nueva generación de mujeres sexys que no hacen mas que
derrochar sensualidad a su singular manera, porque a diferencia de las jóvenes
que se uniforman física y hasta mentalmente para lucir sensuales, esta generación
de mujeres que pasan de los sesenta años y que yo llamo cariñosamente sexygenarias
no sienten el impulso por vestirse igual a ninguna otra de su edad, o por
adoptar ideas o filosofías de vida de otra más exitosa y bella que ellas. Han
descubierto el valor de la autenticidad, han encontrado su identidad y su
estilo personal tanto de vestir como de conducirse socialmente y lucen tan cómodas
en su propia piel, que no sólo dan envidia, sino deseos de llegar a esa edad,
porque me despiertan la ligera sospecha que un secreto les ha sido revelado al
que las demás mujeres solo tendremos acceso cuando pisemos el umbral de los
sesenta.
Mi amiga Ana que también
es de esta generación de sexygenarias, eligió las artes marciales para
canalizar su vitalidad sexual, se hizo cinturón negro a los cincuenta y cinco años
y ahora es asistente de un profesor de artes marciales, disfruta intensamente
de la ropa sexy para dormir o mejor dicho para mantener despierto al afortunado
que está a su lado; y de los zapatos de tacón bastante alto. Ana es una poetiza
con propuestas literarias nuevas e innovadoras, me atrevería a decir que es
vanguardista en su particular género, con una capacidad de síntesis asombrosa
para expresar una idea, lo que la hace más especial sobre todo por la complejidad
de sus ideas, dejando a su público sumido
en profundas reflexiones después de escucharle declamar uno de sus poemas. En
cada encuentro con Ana uno queda
contagiado de la alegría con que ella ve la vida y sobre todo de la mentalidad
tan abierta con que ha recibido en su vida algunos hombres que la han esculpido
desde el reino de la sensualidad. No es una sexygenaria vergonzante, ya que
asegura que se siente orgullosa y feliz de estar viviendo su segunda juventud,
ha retado los viejos paradigmas que dictan que una mujer de más de sesenta está
vieja y decrepita, ya que si hoy vivimos treinta años más que nuestros padres, entonces
los sesenta años de ahora son los nuevos cuarenta y cinco.
Mi amiga Ana |
En Santo Domingo, conocí
un grupo de mujeres todas en el rango de los sesenta, absolutamente bellas,
vitales y auténticas, cada una con un estilo muy particular y con una manera de
ser muy personal, aunque no tienen conciencia grupal y cada una conserva sus
propias creencias, me maravilló el respeto que se profieren por sus diferencias
este grupo de amigas que se hacen llamar las Golden girls, aunque sus conversaciones
versan sobre sus nietos muchas veces, la verdad es que son mujeres aptas para
hablar de cualquier tema porque como si fuera poco, gozan de un nivel cultural
envidiable. Hace rato no disfrutaba tanto de una noche con un grupo de mujeres
desinhibidas que no se escandalizan por nada y que se permiten temas de esos
que las mujeres que se dicen “decentes” aseguran que no debemos tratar, pese a
que no me cabe la menor duda que las Golden girls son tan o más decentes que
las que se auto proclaman como tal.
Celebro que estas mujeres
sexygenarias hayan retado la dictadura de la forma y que hayan recibido el paso del tiempo por sus
cuerpos como un cincel que las pule y las hace más hermosas, no como aquel
verdugo que les está robando algo que les impide seguir disfrutando la vida,
estas mujeres que se aman y se aceptan como son y que además lo saben
transmitir con la aceptación que gozan de las demás mujeres, me maravillan y me
resultan tan inspiradoras porque el mundo desde el lente dorado de una chica de
mas de sesenta años, promete ser un mundo con mucho que ofrecernos todavía.
Las Golden Girls |
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Carlos M.