SECRETOS DE FAMILIA.
La semana pasada me embarqué en un viaje que resultó también un viaje al rincón de mis memorias, puse a mi tía Ángela (tía paterna) a que recreara para mí las memorias que ella guardaba de su experiencia como amiga de mi madre, quería saber como se habían conocido, y en medio de la conversación surgió el embarazo de mi madre, mi tía ingenuamente mencionó que nunca había visto a mi madre embarazada y en ese momento se despertó un monstruo de mi niñez llamado duda acerca de mi procedencia que alguien de mi familia materna sembró en mí; y que yo pensaba que había quedado en el pasado, pero que de un momento a otro se levantó más vivo que nunca.
Conducía por la cuatro, una autopista al norte de Florida cuando esa conversación salió a la luz y recuerdo que un palito agudo se me clavó cerca del corazón, una incertidumbre familiar a la desconfianza que me hizo pensar en que tardé mucho en sacar ese recuerdo a la luz y en que debí haberme hecho exámenes de ADN cuando mis padres vivían, por un momento sentí que de ser cierto ya no habría forma de saberlo, ni de buscar a mi supuesta madre biológica y me sentí perdida por unos instantes, como con un vacío en el estómago que me hacía sentir deseo de parquear el auto en el carril de emergencia entregarle el volante a mi prima y derrumbarme a llorar. Pero entonces me pregunté acerca de lo que es una madre, y me respondí que la mía lo fue, y que tener o no la misma sangre de ella corriendo por mis venas es irrelevante porque es que de nada me serviría conocer a una supuesta madre biológica si es que la única que conocí es la que tuve, la que reconocí como tal, con la que reí, lloré, a la que amé, la que se ocupo de mí, la que fue incondicional como ninguna, la que me entregó todo lo suyo cuando lo necesité, la que me dejó equivocarme, la que no me decía “te lo dije” cuando las cosas se salían de su cauce, la que me despedía con su alma adolorida pero con su cabeza erguida cada que me despedía de ella en el aeropuerto.
Ella, una de esas primas que no gozaba de mucha simpatía hacia mí, insistía cuando yo era niña en que yo era adoptada, la palabra que usaba era “recogida” con ello se aseguraba de lastimarme no sólo con la noticia sino con esa expresión tan peyorativa que implicaba que mi supuesta madre biológica me habría botado y mi madre adoptiva me había recogido, con lo que yo debía sufrir mucho, porque uno está supuesto a deducir que si a uno lo botan es porque uno no vale nada. En aquella época habían suficientes problemas en casa y mi madre era una suerte de heroína sorteando tantas dificultades que nunca tuve corazón para confrontar a mi madre con esa versión acerca de mi procedencia, entre otras cosas mi intuición fue de nacimiento y siempre intuí que a mi prima le acosaba un resentimiento con la vida que la hacía ser poco amable y amorosa con su entorno, por lo que le di poco crédito a sus palabras, había demasiado veneno en ellas para ser verdad.
Mi tía Ángela y su hija quedaron consternadas cuando les conté acerca de la teoría de que podría ser adoptada, y de cómo habían ciertos cabos sueltos que me hacían pensar lo mismo, y dado que mi madre estaba tan mayor cuando me parió, era bastante probable que simplemente no me hubiera dado a luz sino que me hubiera adoptado.
Mi madre, diseño fotográfico por Yosmar Apostol una de mis lectoras |
Conducía por la cuatro, una autopista al norte de Florida cuando esa conversación salió a la luz y recuerdo que un palito agudo se me clavó cerca del corazón, una incertidumbre familiar a la desconfianza que me hizo pensar en que tardé mucho en sacar ese recuerdo a la luz y en que debí haberme hecho exámenes de ADN cuando mis padres vivían, por un momento sentí que de ser cierto ya no habría forma de saberlo, ni de buscar a mi supuesta madre biológica y me sentí perdida por unos instantes, como con un vacío en el estómago que me hacía sentir deseo de parquear el auto en el carril de emergencia entregarle el volante a mi prima y derrumbarme a llorar. Pero entonces me pregunté acerca de lo que es una madre, y me respondí que la mía lo fue, y que tener o no la misma sangre de ella corriendo por mis venas es irrelevante porque es que de nada me serviría conocer a una supuesta madre biológica si es que la única que conocí es la que tuve, la que reconocí como tal, con la que reí, lloré, a la que amé, la que se ocupo de mí, la que fue incondicional como ninguna, la que me entregó todo lo suyo cuando lo necesité, la que me dejó equivocarme, la que no me decía “te lo dije” cuando las cosas se salían de su cauce, la que me despedía con su alma adolorida pero con su cabeza erguida cada que me despedía de ella en el aeropuerto.
Así que me compuse y seguí disfrutando de la autopista cuatro mientras mi tía seguía recreando para mí el pasado de mi madre. Aquella conversación condujo a mi tía Ángela a investigar con otros miembros de la familia sobre mi procedencia. Hay suficientes testigos de un vientre acunándome y del momento en que vi la luz del mundo que coincide con la que siempre conocí como mi madre, aunque ha surgido el nombre de una nueva población como mi lugar de nacimiento y ha surgido una nueva versión acerca de cómo mis caderas se luxaron, también ha aparecido un nuevo personaje en el escenario de mi niñez. Me parece mágico como yo estuve ahí, pero es como si no lo hubiera estado, por lo que debo confiar en la versión que más me guste de los hechos, aunque racionalmente existan inconsistencias, supongo que el hecho de que los poseedores de esas versiones acerca de cómo llegué al mundo, no se hayan puesto de acuerdo para recrear una sola historia de mi procedencia, lo hace más sincero, sé de muchos secretos de familia en donde hay alguien adoptado y en donde todos han sido perfectamente aleccionados para decir exactamente lo mismo.
Me quedé pensando en el tema porque he estado cerca de personas que han descubierto tardíamente que fueron adoptados y he sido testigo de su dolor y de su sufrimiento al respecto, muchas veces no entendía la procedencia de ese dolor, tuve que estar ahí para saberla, y creo que el más implicado en estos casos es el ego que siempre quiere asegurarse el control sobre todo. Durante los minutos que la incertidumbre se apoderó de mi conduciendo por aquella autopista, pude reconocer a mi ego apoderándose de mí, mientras yo decidía una vez más que no quería alimentarlo, ni identificarme con la víctima que a él tanto le gusta ser. Haya o no haya sido mi madre quien me cargó en su vientre por nueve meses, fue quien me cargó por mucho más tiempo que ese; y supo demostrar porque fue elegida para ser mi madre en esta encarnación. Ella fue perfecta en su humana imperfección.
Mi tía Angela |
Comentarios
" Haya o no haya sido mi madre quien me cargó en su vientre por nueve meses, fue quien me cargó por mucho más tiempo que ese; y supo demostrar porque fue elegida para ser mi madre en esta encarnación.
La que nos "carga" con todo nuestro peso, esa es la unica mama.
Filomena
Me gusto sobretodo esa parte:
" Haya o no haya sido mi madre quien me cargó en su vientre por nueve meses, fue quien me cargó por mucho más tiempo que ese; y supo demostrar porque fue elegida para ser mi madre en esta encarnación".
La que nos carga con todo nuestro peso, esa es nuestra unica mama.
Filomena
Isabel Milling