LA PATRIA BOBA
Tan solidarios los colombianos, siempre están ahí para darle bolillo al bolillo, para defender su patria de Ingrid Betancourt, para celebrar la muerte del Mono Jojoy, para protestar por la libertad de Garavito, y para atacar e insultar en todos los foros de las redes sociales donde el odio, la venganza y el resentimiento estén a la orden del día. Desaparecen cuando un nuevo talento promueve su espectáculo en un país extranjero, cuando exhibimos nuestras obras de teatro y nuestro cine, quizá porque a muchos les avergüenza el cine que hacemos porque no es competente con el despilfarro y la extravagancia de los que se producen en Hollywood. Se avergüenzan de la crudeza de nuestra historia viciada por el narcotráfico, le dan la espalda a las novelas porque eso es para gente de baja categoría, como le escuché decir a un personaje por ahí. Nos molestamos porque nos estigmatizan de violentos en otras partes, pero nuestros discursos permanentes están llenos de agresividad, exhibimos nuestro rencor abiertamente apoyando toda suerte de causas basadas en el odio, y le damos la espalda a aquellas causas que necesitan lo mejor de nosotros.
La organización CASA estuvo sostenida económicamente durante un tiempo por los aportes económicos que hacía la comunidad cubana, cabe decir que la organización CASA estuvo pensada y concebida por colombianos para apoyar a los colombianos, sobre todo en la época en que muchos pedían apoyo con el TPS, los colombianos a quienes se nos pedía un aporte mínimo anual para sostener esta organización, éramos una comunidad completamente ausente.
Hace poco asistí al espectáculo de la “Lupe” y me impresionó la respuesta de la comunidad cubana, el teatro lleno durante toda la temporada, incluso algunos cubanos que habían perdido prácticamente su idioma natal porque por trabajo y cambios en su estructura familiar su primera lengua ahora es el ingles, estaban allí exhibiendo el orgullo que sentían de su Lupe, de su gente y del talento que los caracteriza. No obstante un par de semanas después cuando se exhibió en la misma sala el festival de cine colombiano que tuvo un despliegue publicitario impresionante, la asistencia del público fue realmente nula.
Por eso cuando algún colombiano se engalana con la bandera y parece ser de aquellos que se corta las venas por su país, no me deslumbra ese amor egótico que lo único que busca es lucir nuestros bellos colores y hacer de ellos una moda más para presumir. Obras son amores y no buenas razones solía decir mi madre. Si realmente amamos tanto a Colombia cada día se nos ofrecen muchas oportunidades de demostrarlo, aunque no tengamos una bandera puesta encima, somos mucho más que un grupo de resentidos protestando por todo y alimentando el odio colectivo por lo que muchas veces no se puede cambiar, en vez de eso podemos alimentar la moral y la autoestima de nuestros actores, directores de cine, productores, cantantes, pintores y toda la gama artística y cultural que tiene la grandiosa oportunidad de viajar fuera del país a mostrar sus obras y mostrar lo mejor de nosotros. Personalmente creo que hemos conseguido más con el aporte artístico que los colombianos le han hecho a la humanidad que con los grupos de militantes sociales que no hacen sino ruido mientras alimentan la agresividad que de una u otra forma nos ha caracterizado.
La organización CASA estuvo sostenida económicamente durante un tiempo por los aportes económicos que hacía la comunidad cubana, cabe decir que la organización CASA estuvo pensada y concebida por colombianos para apoyar a los colombianos, sobre todo en la época en que muchos pedían apoyo con el TPS, los colombianos a quienes se nos pedía un aporte mínimo anual para sostener esta organización, éramos una comunidad completamente ausente.
Hace poco asistí al espectáculo de la “Lupe” y me impresionó la respuesta de la comunidad cubana, el teatro lleno durante toda la temporada, incluso algunos cubanos que habían perdido prácticamente su idioma natal porque por trabajo y cambios en su estructura familiar su primera lengua ahora es el ingles, estaban allí exhibiendo el orgullo que sentían de su Lupe, de su gente y del talento que los caracteriza. No obstante un par de semanas después cuando se exhibió en la misma sala el festival de cine colombiano que tuvo un despliegue publicitario impresionante, la asistencia del público fue realmente nula.
Por eso cuando algún colombiano se engalana con la bandera y parece ser de aquellos que se corta las venas por su país, no me deslumbra ese amor egótico que lo único que busca es lucir nuestros bellos colores y hacer de ellos una moda más para presumir. Obras son amores y no buenas razones solía decir mi madre. Si realmente amamos tanto a Colombia cada día se nos ofrecen muchas oportunidades de demostrarlo, aunque no tengamos una bandera puesta encima, somos mucho más que un grupo de resentidos protestando por todo y alimentando el odio colectivo por lo que muchas veces no se puede cambiar, en vez de eso podemos alimentar la moral y la autoestima de nuestros actores, directores de cine, productores, cantantes, pintores y toda la gama artística y cultural que tiene la grandiosa oportunidad de viajar fuera del país a mostrar sus obras y mostrar lo mejor de nosotros. Personalmente creo que hemos conseguido más con el aporte artístico que los colombianos le han hecho a la humanidad que con los grupos de militantes sociales que no hacen sino ruido mientras alimentan la agresividad que de una u otra forma nos ha caracterizado.
Comentarios